Nuestro mundo cuántico y la reencarnación (Vol. I)

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Título original:

Our Quantum World and Reincarnation (Vol. I)

Contenido del libro:

Estos dos libros tratan, por un lado, de la extraña, aunque bien documentada, aparición de niños pequeños, algunos no más que bebés que acaban de empezar a hablar, que han sorprendido, y a veces molestado a sus padres y a otras personas, hablando de otros tiempos y lugares con mayor o menor detalle. Los libros tratan, por otra parte, de muchos datos sobre los átomos, las diminutas partículas que constituyen la base estructural de todos los objetos aparentemente sólidos que vemos cada día a nuestro alrededor. Aunque estos dos temas parecen literalmente mundos aparte y que no tienen nada que ver entre sí, nuestros dos volúmenes muestran con gran detalle la posibilidad de que tengan todo que ver el uno con el otro.

Hay muchas cosas sobre estos diminutos objetos que, sin embargo, no son bien conocidas por el gran público. Por desgracia, muchos científicos no comprenden la importancia potencial de estos rasgos inherentes. Los hechos inherentes a ellos pueden decirnos mucho sobre nuestro tema.

Una de ellas es su longevidad Casi todas las que existen hoy en día, y son muchos billones, han existido desde los albores de la creación, el big bang que dio origen al universo, que según los científicos ocurrió hace unos once mil millones de años. Aún más sorprendente es el hecho de que se calcula que su esperanza de vida es varias veces superior a la del universo. Los científicos también se han sentido desconcertados por el hecho de que una partícula, como un átomo, pueda desaparecer aparentemente, pero aparecer en otro lugar un instante después sin haber atravesado nunca el espacio intermedio ni ningún otro.

A efectos prácticos, los átomos son eternos. Se ha descubierto que, mediante un proceso llamado "entrelazamiento", forman vínculos muy fuertes entre sí. Los átomos sólo se diferencian entre sí por el número de partículas subatómicas que poseen. Con este breve resumen, estaría bien decir que sólo hemos arañado la superficie de nuestro tema. Pero, por desgracia, como verás, ni siquiera hemos hecho eso.