No somos esclavos: Violencia de Estado, trabajo forzado y derechos de los presos en la América de posguerra

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Título original:

We Are Not Slaves: State Violence, Coerced Labor, and Prisoners' Rights in Postwar America

Contenido del libro:

Hank Lacayo Mejor libro de temática laboral, International Latino Book Awards.

Premio al Mejor Libro, División de Criminología Crítica y Justicia Social, Sociedad Americana de Criminología.

A principios del siglo XX, la brutalidad de las prisiones del sur se convirtió en un escándalo nacional. Los presos trabajaban en condiciones extenuantes y violentas, alojados en dormitorios rudimentarios en lo que en la práctica eran plantaciones de esclavos. Este sistema persistió hasta la década de 1940, cuando, liderados por Texas, los estados del sur adoptaron las reformas de diseño de las prisiones del norte. Texas presentó las reformas al público como modernas, eficientes y disciplinadas. En el interior de las prisiones, sin embargo, la transición a las celdas penitenciarias sólo hizo que la violencia endémica fuera más secreta, intensificando la división del trabajo que privilegiaba a algunos presos con el poder de acelerar la brutalidad orquestada por el Estado y el comercio sexual interno. Los esfuerzos de los reformadores sólo habían empeorado las cosas; ahora les tocaba a los presos luchar por el cambio.

A partir de tres décadas de documentos legales recopilados por presos, Robert T. Chase narra la lucha por cambiar la prisión desde dentro. Los presos forjaron una alianza con la NAACP para impugnar la constitucionalidad de las prisiones de Texas. Entre rejas, una coalición de presos del Movimiento Chicano y las organizaciones Black Power hicieron públicas sus deplorables condiciones como "esclavos del Estado" e iniciaron una revolución de los derechos civiles y un movimiento de protesta laboral creados en las prisiones. Estos insurgentes consiguieron victorias legales históricas que declararon crueles e inusuales las condiciones en muchas prisiones del sur, pero su movimiento se vio desbordado por la creciente militarización del sistema penitenciario y el empoderamiento de las bandas supremacistas blancas que, juntas, declararon la guerra a los organizadores de las prisiones. Contado desde el punto de vista de los propios presos, este libro entreteje verdades no contadas pero devastadoramente importantes de las historias del trabajo, los derechos civiles y la política en Estados Unidos, a medida que narra la transición de las plantaciones penitenciarias del pasado al encarcelamiento masivo de hoy.