Mundos convergentes: religión y comunidad en la Rusia campesina, 1861-1917

Título original:

Converging Worlds: Religion and Community in Peasant Russia, 1861-1917

Contenido del libro:

Mundos convergentes describe la interacción entre la vida religiosa campesina y la transformación social y cultural más amplia de la Rusia zarista tardía. Mediante un examen detallado de las prácticas y ceremonias religiosas del campesinado de la provincia de Voronezh, Chulos cuestiona las concepciones existentes de la religión en Rusia y arroja nueva luz sobre el desarrollo de la identidad nacional moderna.

Rituales, costumbres y creencias ancestrales ayudaron a los campesinos a adaptarse a la industrialización y la modernización proporcionándoles un marco espiritual y psicológico para el cambio. Los ritmos fiables de las fiestas y rituales de las aldeas, que marcaban las etapas de la vida humana, proporcionaron al campesinado una sensación de estabilidad y comodidad a medida que sus tradiciones se desintegraban lentamente frente a la cultura urbana. Animadas por los rusos cultos que viajaban por el campo en busca del tipo nacional ideal, las comunidades campesinas empezaron a reconstruir las historias de su origen aldeano.

Estos relatos vinculaban a los habitantes de lugares remotos con los acontecimientos y héroes centrales de la historia de la Rusia imperial. Los mundos culturales aldeano y urbano se enfrentaron en torno a las demandas campesinas de devolución de la autoridad política, cultural y social.

Cuando el fervor revolucionario prendió en el campo en 1905, los fieles de las aldeas demostraron una nueva confianza en su capacidad para forjar su propio futuro -y el de Rusia- al exigir un mayor control sobre la vida religiosa local. En 1917, el desencanto de los campesinos alcanzó nuevas cotas y contribuyó a crear una nueva ortodoxia popular que ya no consideraba al zar y a la Iglesia como fuentes válidas de autoridad e identidad.

Cuando los campesinos creyentes tomaron el control de su vida religiosa local, ayudaron inadvertidamente a los activistas antirreligiosos a llevar la religión a la clandestinidad, alejando así a las generaciones futuras de un pilar fundamental de su herencia cultural.