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El libro explora la intersección entre el género y la teología puritana en Nueva Inglaterra, concretamente en el contexto de los juicios por brujería de Salem. Ofrece un análisis exhaustivo de cómo el género configuró la experiencia religiosa y el comportamiento entre los puritanos, destacando las diferentes respuestas al pecado entre hombres y mujeres. Aunque es elogiado por su perspicaz examen y su utilidad en contextos académicos, algunos lectores lo encuentran aburrido y critican su percibido sesgo contra las mujeres.
Ventajas:Reflexiva consideración del género en la experiencia religiosa, perspicaz análisis de la teología puritana, útil como recurso para estudios académicos, y aporta nuevos datos sobre los juicios de brujas de Salem.
Desventajas:Algunos lectores lo encuentran aburrido y repetitivo, y se critica la percepción de que el autor denuncia a las mujeres y a las brujas.
(basado en 7 opiniones de lectores)
Damned Women
En su análisis de la construcción cultural del género en la América temprana, Elizabeth Reis explora la intersección de la teología puritana, las evaluaciones puritanas de la feminidad y los episodios de brujería de Salem. En esas intersecciones encuentra la base para entender por qué las mujeres eran acusadas de brujería con más frecuencia que los hombres, por qué confesaban más a menudo y por qué acusaban con frecuencia a otras mujeres de ser brujas.
Al negociar sus creencias sobre los poderes del diablo, tanto las mujeres como los hombres incrustaron la feminidad en el discurso de la depravación. Los ministros puritanos insistían en que las mujeres y los hombres eran iguales a los ojos de Dios, y que ambos sexos eran igualmente capaces de adherirse a Cristo o al diablo. Sin embargo, explica Reis, la feminidad y el mal estaban inextricablemente unidos en las mentes y los corazones de los puritanos de Nueva Inglaterra del siglo XVII.
Mujeres y hombres temían el infierno por igual, pero la cultura puritana animaba a las mujeres a creer que era su naturaleza vil la que las llevaría allí, y no los pecados concretos que hubieran cometido. Reis argumenta que, tras los juicios por brujería de Salem, cambió la idea que los puritanos tenían del pecado y del diablo.
Ministros y laicos concebían un Satán que tentaba a los pecadores y presidía físicamente el infierno, en lugar de uno que poseía las almas en el mundo de los vivos. Hombres y mujeres confiaban cada vez más en su redención, aunque las mujeres, más que los hombres, seguían considerándose esencialmente corruptas, incluso después del Gran Despertar.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)