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Mission to a Suffering People: Irish Jesuits 1596 to 1696
En la Irlanda de los siglos XVI y XVII, religión y nacionalidad se fundieron en la lucha de un pueblo por sobrevivir. En esa lucha, los vínculos del país con Europa constituyeron un salvavidas.
Los miembros de las órdenes religiosas, con sus raíces internacionales, desempeñaron un papel importante. Entre ellos estaban los jesuitas irlandeses, que se adaptaron a diversas situaciones: desde el trabajo tranquilo en las ciudades irlandesas hasta servir como emisarios de Hugh O'Neill en el sur de Irlanda y en las cortes de Roma y España, y luego fundar colegios-seminario en España y Portugal de los que regresaban jóvenes irlandeses para mantener viva la fe y la esperanza. En el siglo XVII la persecución era más aleatoria.
Hubo oportunidades para la predicación y la enseñanza y, en ocasiones, especialmente durante la Confederación de Kilkenny en la década de 1640, para la celebración abierta de la propia religión. Esta libertad dio paso a la salvaje persecución de Cromwell, que acabó con la vida de algunos jesuitas y obligó a otros a refugiarse en cuevas, sepulcros y ciénagas; el superior jesuita murió solo en la cabaña de un pastor en una isla de Galway.
Siguió una época de leyes más relajadas durante la cual los jesuitas irlandeses dirigieron públicamente colegios en New Ross y, para Oliver Plunkett, en Drogheda, pero la persecución se reanudó pronto y Oliver Plunkett fue arrestado y martirizado. A finales de siglo, cuando las fuerzas del rey Jaime II fueron finalmente derrotadas, algunos jesuitas vivieron y trabajaron durante los asedios de Limerick y luego se prepararon para enfrentarse a las Leyes Penales en el nuevo siglo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)