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Cuando una ola de asesinatos amenaza Dundurn, MacNeice lo arriesga todo para proteger a su equipo y ponerle fin.
El detective superintendente MacNeice regresa a Dundurn tras un mes de suspensión e inmediatamente se ve inmerso en el misterioso caso de un corredor herido llamado Jack y un rastro de sangre que se extiende a lo largo de más de cuarenta millas. En el origen del rastro, en un bosque carolino, MacNeice y la inspectora Fiza Aziz encuentran pruebas de dos homicidios, pero ningún cadáver.
Dos días después, Mac recibe una llamada para que acuda a un huerto incendiado por un rayo. Han encontrado un cadáver junto a una pila de árboles frutales quemados. No hay pruebas que sugieran que los asesinatos estén relacionados y, sin embargo, MacNeice sospecha que lo están. Pero ¿por qué desaparecer los cuerpos en el bosque y dejar que se descubra el cadáver del huerto?
A medida que se desarrolla el caso, el equipo se enfrenta al secuestro a plena luz del día de un profesor de la Universidad de Brant: Mac está convencido de que se trata de un asesinato a punto de producirse. Pasando a la ofensiva, emplea el sistema de alerta provincial, en parte, para que los secuestradores sepan que la red se está cerrando.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)