My 100-Year Journey
En mis 100 años, he visto muchos cambios en mi ciudad, en mi país y en todo el mundo. Mirando hacia atrás, siento nostalgia y algo de soledad por una época pasada. Aun así, me doy cuenta de que el tiempo cambia la vida de cada uno de nosotros. El progreso trae crecimiento a la gente y a la nación. Los barrios cambian. La gente envejece y los jóvenes se marchan para cursar estudios superiores, trabajar o casarse, y rara vez regresan, salvo para visitas breves.
En estas páginas hay recuerdos que deseo transmitir a mis bisnietos y a su generación. Son mis recuerdos de la familia, los vecinos y los lugares que conocí. Algunos de estos recuerdos son felices, mientras que otros no lo son, ya que todos experimentamos tanto el amor como el rechazo en el viaje de nuestra vida.
Sin embargo, en este tiempo he aprendido que, incluso en los momentos difíciles, todos debemos dar gracias y apreciar el don de la vida que nos hace Dios. Dios nos da amor y alegría inesperados. El ánimo puede venir de las palabras de un himno, de una sonrisa, de un abrazo. A través de la fe, tenemos la esperanza que nos fortalece, para hacer más con un aliento más, una oración más, un día más.
Independientemente de lo que haya sucedido el día anterior, puedes esperar un día nuevo, sin mancha. Saldrá el sol, se disiparán las nubes, y te espera un día de alegría, un nuevo día de esperanza y de la gracia de Dios.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)