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Handling Dissonance
La música puede responder a preguntas que a menudo desconciertan a los modos de pensamiento más discursivos. La música toma conceptos que nos resultan demasiado familiares, los reformula y nos los devuelve con una claridad incisiva y una visión renovada.
La unidad es uno de esos conceptos demasiado familiares, que políticos, periodistas y pastores esgrimen como si todos supiéramos lo que significa. Al recurrir a la música, especialmente al espacio musical, la estructura relacional de la unidad se vuelve menos abstracta y más tangible dentro de nuestra filosofía. Arnold Schoenberg, como pensador inherentemente musical, es nuestro guía en este estudio de la unidad.
Su reelaboración de la estructura musical, la disonancia y la metafísica transformó el lenguaje tonal y el paisaje estético de la música del siglo XX. Su filosofía de la unidad compositiva nos ayuda a deconstruir y reconcebir cómo puede entenderse y trabajarse la unidad tanto estética como teológicamente.
Este proyecto también critica la metafísica musical de Schoenberg, a menudo monádica, recurriendo a la convicción de Colin Gunton de que la particularidad y la unidad en el corazón del ser trino de Dios deberían guiar todos nuestros esfuerzos teológicos. En todo momento, la música acompaña nuestro pensamiento, demostrando no sólo cómo la teología puede beneficiarse de la filosofía de la música, sino también cómo la filosofía de la música puede enriquecer y aumentar el discurso teológico.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)