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Un Lovey es un talismán que reconforta a un niño para dormir, para navegar sus jóvenes días entre extraños y situaciones de estrés o ansiedad como las visitas al médico. La «abrazabilidad», la textura y el olor de los Loveys son más importantes que la apariencia o la elaboración.
De hecho, un Lovey puede acabar convirtiéndose en un fragmento de manta sedosa. La historia de El conejo de terciopelo y el apego del personaje de «Peanut», Linus, a su manta son buenos ejemplos del poder de los Lovey. El contacto humano es esencial para el desarrollo emocional y el apego normales del niño.
Como sustituto, el Lovey puede ser una parte útil del tacto. Con el tiempo, el Lovey queda relegado a un baúl del desván, con suerte, para ser sustituido por apegos a amigos y quizá a una persona especial que nos ayude a navegar por el alegre y a veces aterrador mundo adulto.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)