Los Sacramentales de la Santa Iglesia Católica: Large Print Edition

Opiniones de los lectores

Actualmente no hay opiniones de lectores. La calificación se basa en 2 votos.

Título original:

The Sacramentals Of The Holy Catholic Church: Large Print Edition

Contenido del libro:

Imprimátur.

Me he esforzado en seleccionar, de entre los hermosos tesoros que la Liturgia ofrece, en una variedad casi inagotable a la elección incluso de un explorador descuidado, aquellos que caen más frecuentemente bajo la observación de los fieles y que son, por consiguiente, de mayor utilidad actual. Explicar el origen histórico de los Sacramentales sobre los que he escrito, sus significados místicos y las lecciones prácticas que se pueden extraer de ellos, constituye el triple fin que me propuse al componer este tratado. Si lo he logrado o no, es una cuestión que dejo a la decisión de mis lectores.

No se hace ninguna afirmación, histórica o rubrica, que no haya sido corroborada por las autoridades de que dispongo. El Tratado de las fiestas, de Benedicto XIV.

El Cursus Theologiae et Scripturae de Migne.

Las Instituciones Litúrgicas de Fornici, los Decretos Auténticos de la Sagrada Congregación de Ritos.

El Tratado sobre la Liturgia del Cardenal Bona.

Hierurgia, y la Iglesia de nuestros Padres, por el Dr. Rock.

Y los grandes Catecismos de Guillois y Gaume, son los libros que he consultado con más frecuencia.

La Iglesia es una copia perfecta de Jesús. Ella es la Encarnación continuada, y si Jesús vivió una vida oculta, y enseñó en público y en privado, y sufrió, ella le ha imitado y le imita en todo. Jesús "habló a la multitud en parábolas cosas ocultas desde la fundación del mundo", y así en los primeros tiempos la Iglesia explicaba los grandes misterios de la Sagrada Eucaristía y de la Trinidad sólo a los niños de la casa, mientras que a los judíos y paganos burlones no les hablaba en absoluto de ellos, o lo hacía en un lenguaje reservado y místico. ¿Por qué? - ¿Para excluirlos para siempre de las fuentes de la gracia vivificante? Poco sabríamos de la ternura de su corazón maternal hacia los hijos descarriados comprados por la Sangre de Cristo, su Esposo, si tal fuera nuestro pensamiento. Ella no hizo más que obedecer el mandato divino: "No echéis vuestras perlas a los cerdos".

Esperaba a que, con su santa predicación y su santa vida, ablandara esos corazones duros para recibir la impresión de amor de los Tres Siempre Benditos y el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo.