Los funcionarios y sus constituciones

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Título original:

Civil Servants and Their Constitutions

Contenido del libro:

La administración pública como profesión estadounidense se originó a principios del siglo XX con los reformadores urbanos que abogaban por la aplicación de prácticas científicas y empresariales para rehabilitar los gobiernos corruptos de las ciudades. Ese enfoque transformó la gobernanza en Estados Unidos, pero también garantizó un debate recurrente sobre el papel adecuado de los administradores públicos, que deben equilibrar las exigencias a menudo contradictorias de la eficiencia y las nociones políticamente definidas del bien público. Actualmente prevalece el enfoque empresarial. Legitimado por el National Performance Review de Al Gore, el movimiento de la Nueva Gestión Pública promueve a los empresarios frente a los funcionarios, el rendimiento frente al proceso, la descentralización frente a la centralización y la flexibilidad frente a las normas.

John Rohr discrepa, argumentando que el movimiento va demasiado lejos al restar importancia a los retos distintivamente estadounidenses derivados del principio de separación de poderes. En consecuencia, el NPM aleja la gestión pública de su hogar natural: un Estado-nación establecido dentro de un orden constitucional. Según Rohr, "nada es más fundamental para la gobernanza que una constitución; y, por tanto, subrayar el carácter constitucional de la administración es establecer el papel propio de la administración como gobernanza que incluye la gestión, pero que también la trasciende".

No se trata de un argumento novedoso para Rohr, que fue reconocido en 1999 por el Comité Louis Brownlow de la Academia Nacional de Administración Pública por sus contribuciones a lo largo de su vida sobre los "fundamentos constitucionales" de la administración pública. Pero esta nueva versión de su crítica del Estado de Derecho aborda directamente los excesos de la APN, enmarcada de forma convincente en un estudio comparativo de casos hallados en cuatro países a lo largo de tres siglos. Como resultado, Rohr establece que el nexo constitucional-administrativo es íntimo, estable, omnipresente y duradero.

La primera mitad del libro examina los vínculos entre las constituciones y las administraciones de Francia, el Reino Unido y Canadá, todos ellos lo suficientemente similares a Estados Unidos como para que las comparaciones sean significativas y lo suficientemente diferentes como para ofrecer perspectivas esclarecedoras sobre las prácticas nacionales. Los ejemplos abarcan desde la Revolución Francesa, pasando por la fundación de la Confederación Canadiense en la década de 1860, hasta cuestiones tan contemporáneas como la influencia de las directivas administrativas de Bruselas en los tribunales británicos.

La segunda mitad del libro examina casos estadounidenses en tres categorías: separación de poderes, derechos individuales y federalismo. En cada caso, Rohr destaca casos de gestión pública "con todas sus verrugas y arrugas tendentes a los detalles mundanos de la traducción de los grandes principios constitucionales en acciones cotidianas".

El derecho administrativo estadounidense, concluye Rohr, ha estructurado salvaguardias para proteger la integridad de la toma de decisiones administrativas y, al mismo tiempo, exigirle responsabilidades. El derecho constitucional ha contribuido a establecer la libertad de expresión de los funcionarios y ha aplicado los principios fundamentales del federalismo al proceso administrativo. Rohr resume sus conclusiones de los estudios de casos diciendo que el papel constitucional de los funcionarios estadounidenses no sólo procede de experiencias estadounidenses específicas, sino también de la propia naturaleza de la función pública.