Los dioses del cristianismo

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Título original:

The Gods of Christianity

Contenido del libro:

El hecho de que sorprendentemente pocos cristianos realmente conocen y experimentan al Dios poderoso del que predicamos, enseñamos y cantamos se evidencia por la abundancia de duda, preocupación y miedo que impregnan nuestras vidas. Es evidente por la falta de fe y poder ejemplificada en nuestras Iglesias. Se evidencia por las vidas ordinarias que vivimos mientras afirmamos ser hijos del Dios Altísimo. Las inconsistencias resultantes entre las cosas que profesamos audazmente y las cosas que comúnmente practicamos, desafortunadamente han llegado a ser aceptadas como comportamiento cristiano normal. Ya no esperamos nada más, ni de nuestras propias vidas, ni de la Iglesia, ni siquiera de Dios mismo.

Esta falta de expectativas, esta falta de fe en la fidelidad de Dios, indica claramente una clara diferencia entre el Dios que predicamos y el Dios que hemos llegado a conocer personalmente. Revela que no conocemos al mismo Dios que proclamamos. No conocemos al Dios de la Biblia, porque si lo conociéramos, la Iglesia sería una luz eminente que brillaría en las tinieblas, una ciudad asentada sobre una colina, una fuerza indeleble contra la que no podrían prevalecer los poderes de este mundo malvado.

El Dios que conocemos, sin embargo, el Dios con el que tantos cristianos se han familiarizado, por desgracia, nos permite vivir cómodamente en la debilidad de nuestra complacencia y descarada incredulidad. Vivimos muy por debajo de la alta vocación que Cristo ha puesto sobre Su Iglesia. Caminamos en formas que niegan el poder y la autoridad que pertenecen a los hijos de Dios. No vivimos por fe. Tristemente, hemos aprendido a vivir de tal manera que no hay diferencia distinguible entre las vidas de aquellos que dicen conocer a Cristo y las vidas de aquellos que no lo conocen - no hay diferencia distinguible entre la Iglesia y el mundo.

La buena noticia es que la verdad permanece. El Dios de la Biblia sigue ahí. No puede hacer otra cosa que mostrarse fiel a los que tienen hambre y sed de justicia, a los que escuchan su voz y obedecen. Sí, para aquellos que todavía tienen un corazón para conocerlo, Él está allí para ser conocido. Sin embargo, primero debemos dejar a un lado todas las nociones del pequeño Dios que hemos llegado a conocer y debemos atrevernos a verlo tal como es si queremos elevarnos por encima de la rutina del cristianismo cultural y caminar en la verdad de conocer a Cristo.