Whatever the Wind Delivers: Celebrating West Texas and the Near Southwest: Photographs of the Southwest Collection
¿Quién más que los habitantes del Suroeste que han reclamado con audacia su hogar bajo el mismo cielo de tornados podría tener más motivos para celebrar el milenio? Y una celebración es exactamente lo que Neugebauer y McDonald han forjado en las fotografías históricas y los poemas que han emparejado para contar la historia del asentamiento y mucho más. Ochenta y tres fotografías de la Colección del Suroeste de la Universidad Tecnológica de Texas, que cuenta con más de 500.000 ejemplares, reflejan las necesidades básicas de toda la humanidad: alimentación, vestido, vivienda, gobierno, ocio y espiritualidad.
Los poemas nuevos y seleccionados de McDonald conectan con los momentos que conservan las fotografías, pero evocan historias que se centran en el alcance y la calidad de la vida tanto entonces como en el siglo transcurrido desde que la ganadería y la agricultura llegaron a la región. "Al unir a esas personas separadas por décadas", dicen los autores, "esperábamos mostrar más armonía que contrastes entre generaciones, entre audaces pioneros y sus benditos herederos: en peligro, pero cantando en las mismas amplias llanuras, bajo los mismos cielos tornados, los mismos vastos miles de kilómetros de estrellas". Esta obra maestra milenaria es en realidad una precuela de su anterior colaboración All That Matters: The Texas Plains in Photographs and Poems y la culminación de una visión que los autores dicen haber compartido durante casi una década.
The Price They Paid for Range El caliche blanco y óseo socava nuestro polvo. La mayoría de los árboles se secan, atrofiados por unas raíces hambrientas.
Para salvar los tocones importados, zanjamos los campos con turba importada de los pantanos, apisonamos con harina de huesos la tierra para las rosas. Los cactus llegaron aquí como abrojos con soldados, sus ponis españoles tropezando bajo el sol, arrojando nudos de semillas de campos de maleza a kilómetros de distancia.
El viento enseñó a nuestros padres a sobrevivir tan lejos de los bosques: construir bajo y lejos unos de otros y racionar el agua. Dejemos que los sementales y el ganado sean suficientes, que las toscas literas y los molinos de viento sean la forma de rezar, que las astillas de vaca sean el fuego, y que los cactus y las serpientes de cascabel sean el precio que pagaron por las praderas y los mil kilómetros de estrellas.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)