Lincoln y el estadismo democrático

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Título original:

Lincoln and Democratic Statesmanship

Contenido del libro:

Nuestras ideas de estadista están plagadas de aparentes contradicciones: El estadista democrático es fiel a los deseos y opiniones del pueblo, pero también es capaz de oponerse a la opinión popular cuando es necesario. El estadista se eleva por encima de los conflictos y busca el compromiso entre las partes, pero también defiende firmemente lo que es correcto. Abraham Lincoln, quizá más que ninguna otra figura política de la historia de Estados Unidos, nos brinda la oportunidad de evaluar las implicaciones filosóficas, políticas y prácticas de estas paradójicas proposiciones. Al preguntarse si Lincoln actuó como un estadista en momentos críticos y de qué manera lo hizo, los autores de este volumen pretenden aclarar qué es precisamente el estadismo; su trabajo ilumina temas y acontecimientos importantes en la carrera de Lincoln, al tiempo que amplía y agudiza nuestra comprensión de la naturaleza general del estadismo.

Uno de los temas permanentes de Lincoln quedó prefigurado en su Discurso del Liceo, pronunciado cuando aún no había cumplido los treinta años: el llamamiento a la prevalencia de un tipo de opinión pública que él caracterizó como una religión política. ¿Qué tiene que ver la religión política de Lincoln con la religión en sí misma, en lo que respecta al estadismo democrático? ¿Cómo manejó Lincoln, en su papel de estadista como maestro del discurso democrático, las dos cuestiones principales a las que se enfrentó como líder político: la esclavitud y la guerra? Al intentar satisfacer la exigencia de que utilizara medios aceptables para alcanzar sus fines, ¿mantuvo Lincoln -cualquier estadista- las manos limpias? ¿Existen transgresiones inevitables que un estadista deba cometer? Estos son algunos de los temas que abordan los autores al considerar el estadismo democrático y retórico de Lincoln, estableciendo en ocasiones comparaciones con sus contemporáneos Henry Clay y Stephen Douglas o incluso con un precursor tan lejano como Pericles.

Por último, enmarcando el arte de gobernar en tres factores -el conocimiento del bien político de una comunidad, las circunstancias y la mejor acción posible a la luz de ambos- este volumen ofrece un juicio matizado y profundamente informado sobre lo que distingue a Lincoln como estadista, y lo que distingue a un estadista de un (mero) político.