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Habitaciones secretas, tesoros ocultos...
A principios del siglo XIX, Nueva Zelanda se estableció como la colonia más remota del Imperio Británico. Se compraron y a veces robaron tierras a las tribus maoríes residentes para establecer asentamientos. Wellington, que más tarde se convertiría en la capital, fue el primer asentamiento europeo en 1840. Durante el resto del siglo XIX, la ciudad creció rápidamente sobre las colinas circundantes.
Hoy en día, los suburbios del interior aún contienen muchas villas y casas de campo de madera construidas durante aquella época victoriana. Muchos de los constructores y primeros propietarios son desconocidos y los propietarios posteriores que hacen reparaciones y renovaciones a veces descubren secretos del pasado escondidos en sus casas.
Esta historia describe tres generaciones de una familia de Wellington y el efecto en sus vidas de algunos descubrimientos muy sorprendentes.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)