Legado: Walter Chrysler Jr. y la historia no contada del Museo de Arte Chrysler de Norfolk

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Título original:

Legacy: Walter Chrysler Jr. and the Untold Story of Norfolk's Chrysler Museum of Art

Contenido del libro:

El museo de Norfolk que un día llevaría el nombre de Chrysler siempre fue un buen museo en su género, que albergaba una colección respetable al servicio de una ciudad pequeña. Pero cuando Jean Outland, natural de Norfolk, se casó con Walter Chrysler, heredero de la fortuna del fabricante de automóviles y ávido coleccionista de arte, el museo encontró a una persona con la que su fortuna se entrelazaría, a veces de forma espectacular, durante décadas. Walter ya había fundado el Museo Chrysler en Provincetown (Massachusetts), pero en 1971, necesitado de más espacio y de un nuevo comienzo, trasladó la sede a Norfolk.

El museo, que en su día se preocupó por la posible compra de un pequeño Cezanne, ya que por sí sola agotaría todo el presupuesto, se encontró ahora, casi de la noche a la mañana, con obras de los antiguos maestros, así como de muchos de los artistas modernos más notables. La de Chrysler era una colección de arte de categoría mundial, con piezas de, entre otros, Fragonard, Ingres, Gericault, Tiffany, Matisse y Braque. Se habían sentado las bases para situar a Norfolk en el mapa cultural.

En Legado, Peggy Earle traza un vívido retrato de la transformación de este museo provinciano en uno de los mejores museos de arte de la Costa Este. También ofrece un cautivador retrato de Walter Chrysler, un hombre generoso y exigente que encontró en el mecenazgo artístico un foco no sólo para su riqueza sino también para su tremenda energía. No contento con admirar las obras, Walter tenía un lado naturalmente gregario y era propenso a tratar directamente con artistas como Pablo Picasso. Sin embargo, también era muy reservado. Earle ofrece a los lectores una fascinante visión de la política del mundo de los museos, donde incluso las buenas relaciones nunca son sencillas. (La incorporación de las obras de la colección Chrysler al museo no fue unánimemente aplaudida por la comunidad; tampoco estaba cantado que, a la muerte de Chrysler, las piezas se quedarían en el museo. )

Este animado relato de la improbable unión entre un inconformista del arte y una ciudad en la cúspide de la evolución cultural arroja nueva luz sobre cómo el gran arte encuentra un lugar al que llamar hogar.