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Reading the Romance: Women, Patriarchy, and Popular Literature
Publicado originalmente en 1984, Reading the Romance cuestiona los mitos populares (y a menudo denigrantes) sobre por qué la ficción romántica, una de las categorías más lucrativas del mundo editorial, cautiva a millones de lectoras. Entre quienes han menospreciado la lectura romántica se encuentran feministas, críticos literarios y teóricos de la cultura de masas. Afirman que los romances refuerzan la dependencia de la mujer lectora respecto al hombre y la aceptación de la ideología represiva que propugna la cultura popular. Radway cuestiona tales afirmaciones, argumentando que la atención crítica «debe desplazarse del texto en sí, tomado aisladamente, al complejo acontecimiento social de la lectura». La autora examina ese acontecimiento, desde el complicado negocio de la publicación y la distribución hasta el compromiso individual del lector con el texto.
El provocador enfoque de Radway combina la crítica de la respuesta del lector con la antropología y la psicología feminista. En una ciudad del medio oeste, Radway entrevistó a cuarenta y dos lectores de novelas románticas que conoció a través de Dorothy Evans, empleada de una cadena de librerías que se ha ganado la reputación de experta en ficción romántica. Evans defiende la elección de entretenimiento de sus clientes; leer novelas románticas, dice a Radway, no es más perjudicial que ver deportes por televisión.
«Leemos libros para no llorar», es la conmovedora explicación que da una mujer de su hábito de lectura. De hecho, Radway descubrió que, aunque las mujeres que estudió se dedican a cuidar de sus familias, estas esposas y madres no reciben suficiente devoción o cariño a cambio. En los romances, las mujeres encuentran no sólo una vía de escape a la exigente y a menudo pesada rutina de sus vidas, sino también un héroe que les proporciona la ternura y la atención admirativa que han aprendido a no esperar.
Las heroínas admiradas por el grupo de Radway desafían los estereotipos esperados; son fuertes, independientes e inteligentes. Según Radway, el hecho de que estos personajes a menudo sean víctimas de la agresión masculina y casi siempre se resignen a aceptar papeles convencionales en la vida tiene menos que ver con las fantasías y elecciones de las lectoras que con su necesidad de enfrentarse al miedo a la dominación masculina.
Estas lectoras de novelas románticas no sólo están resentidas por las limitadas opciones que tienen en sus propias vidas, sino también por la actitud condescendiente que los hombres manifiestan hacia sus gustos de lectura. De hecho, las mujeres leen romances tanto para protestar como para escapar temporalmente del papel estrechamente definido que les prescribe una cultura patriarcal. Paradójicamente, los libros que leen hacen que los papeles convencionales de la mujer parezcan deseables. Radway insta a las feministas a abordar esta compleja relación entre cultura, texto y mujer lectora. Según ella, hay que animar a las lectoras de novelas románticas a que expresen sus protestas en el terreno de las relaciones sociales reales, en lugar de representarlas en la soledad de la imaginación.
En una nueva introducción, Janice Radway sitúa el libro en el contexto de los estudios actuales y ofrece tanto una explicación como una crítica de las limitaciones del estudio.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)