Puntuación:
El libro «Las siete virtudes mortales» ofrece una exploración humorística y perspicaz de dieciséis virtudes, mezclando conceptos tradicionales y cotidianos. Mientras algunos lectores lo encontraron sugerente y divertido, otros lo criticaron por desigual, pretencioso y no ser tan humorístico como se anuncia. Muchos apreciaron el contexto moderno y la atractiva redacción de los ensayos, aunque se sintieran decepcionados por el aspecto cómico.
Ventajas:⬤ Exploración perspicaz y humorística de las virtudes.
⬤ Ensayos bien escritos por varios autores.
⬤ Aborda temas contemporáneos de manera cercana.
⬤ Los capítulos son breves, lo que permite una lectura ocasional.
⬤ Ofrece una nueva perspectiva sobre la virtud y la moralidad.
⬤ Algunos ensayos son muy entretenidos e invitan a la reflexión.
⬤ El humor no es consistente
⬤ Muchos no lo encontraron tan divertido como se esperaba.
⬤ Algunos ensayos se consideran pretenciosos o demasiado complejos.
⬤ Calidad desigual entre los autores
⬤ Algunos ensayos se consideraron «superficiales».
⬤ Los críticos señalaron que el libro puede no satisfacer a los lectores que buscan un contenido más ligero y cómico.
(basado en 72 opiniones de lectores)
The Seven Deadly Virtues: 18 Conservative Writers on Why the Virtuous Life Is Funny as Hell
Un equipo de dieciocho escritores conservadores ofrece una remezcla hilarante, perspicaz y sin mojigaterías de El libro de las virtudes de William Bennett, sin controles parentales. Las Siete Virtudes Capitales se sienta junto a los lectores en el bar, les invita a una copa y, una hora o tres después, los introduce en la carpa del renacimiento sin que se den cuenta.
Entre los colaboradores del libro figuran Sonny Bunch, Christopher Buckley, David "Iowahawk" Burge, Christopher Caldwell, Andrew Ferguson, Jonah Goldberg, Michael Graham, Mollie Hemingway, Rita Koganzon, Matt Labash, James Lileks, Rob Long, Larry Miller, P. J. O'Rourke, Joe Queenan, Christine Rosen y Andrew Stiles. También colabora Jonathan V. Last, redactor jefe del Weekly Standard, editor de la colección. Los dieciocho ensayos de este libro aparecen por primera vez en ningún sitio.
En el ensayo que abre el libro, P. J. O'Rourke observa: "La virtud no ha desaparecido en absoluto. Está tan a la vista del público como siempre. Pero la han colgado de los talones. La virtud está patas arriba. La virtud es incómoda. La virtud es ridícula. Todo el cambio y las llaves de casa se caen de los bolsillos de los pantalones de Virtue".
He aquí las virtudes que a todos (incluidos los autores del libro) nos enseñaron en la escuela dominical, pero que hemos olvidado por completo hasta este mismo momento. En esta zona libre de santurronería:
- Joe Queenan observa: "En esencia, el ahorro es una virtud que se parece a ser muy bueno en el Mahjong. Has oído hablar de gente que sabe hacerlo, pero en realidad nunca has conocido a ninguno".
- P. J. O'Rourke señala: "La fortaleza es pintoresca. Alabamos a la gran generación por tenerla, pero ellos tenían revestimientos de aluminio, iglesia los domingos y trabajos que les obligaban a llevar corbata o medias de nylon (pero nunca al mismo tiempo). Nosotros tampoco queremos eso".
- Christine Rosen escribe: "Un compañerismo basado en la socialidad significa disfrutar de la compañía de aquellos con los que realmente compartes espacio físico en lugar de aquellos con los que intercambias vídeos de gatos con regularidad y entusiasmo".
- Rob Long ofrece su versión de la justicia moderna: si te acuestas tarde el fin de semana, te obligan a esperar treinta minutos en la cola de Costco.
- Jonah Goldberg ofrece: "Hubo un tiempo en que este deseo de hacer el bien en todo se consideraba el único tipo de integridad: 'Los ángeles son mejores que los mortales. Siempre están seguros de lo que es correcto porque, por definición, están haciendo la voluntad de Dios'. Gabriel sabía cuándo estaba bien quitar la etiqueta de un colchón y Sandalphon siempre daba la propina correcta".
- Sonny Bunch disecciona la indulgencia, observando que el ficticio Odio en dos minutos de 1984 de George Orwell es ahora una realidad dirigida a personas vivas y que respiran. Gracias, en parte, a Internet, "sus objetivos son designados por una turba creada espontáneamente -una que, debido a su naturaleza de mente de colmena- es virtualmente imposible de disuadir".
Cuando los lectores hayan terminado Las siete virtudes mortales, ni siquiera se darán cuenta de que acaban de ser catequizados en un universo moral completamente diferente -y mejor-.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)