The Minor Works
Lactancio vivió uno de los mayores momentos cruciales de la historia de Europa. Se ha descrito acertadamente como el momento en que el viejo mundo del paganismo estaba de parto, cuando contra su voluntad dio a luz al Imperio cristiano.
Los escritos de este autor son, junto con los de Eusebio, las principales fuentes para el periodo de la gran persecución de Diocleciano y para los primeros años de paz de la Iglesia tras el Edicto de Milán. Para el período del Concilio de Nicea hay fuentes algo más abundantes, pero para los años 312-324 hay que basarse en Eusebio y Lactancio. Se puede considerar que ambos escribieron con bastante parcialidad.
Son demasiado extravagantes en los elogios a Constantino; Lactancio manifestó especialmente un odium theologicum hacia Galerio y los perseguidores.
Sin embargo, sus obras siguen teniendo un gran valor como fuentes históricas. Desde la época de los estudios de Mauricio, además, las pruebas de la numismática han verificado los relatos históricos de estas fuentes contemporáneas.
Los escritos de Lactancio, por tanto, fueron compuestos en una de las épocas más agitadas de la historia eclesiástica. La Iglesia, después de sufrir la más severa de las persecuciones despóticas, fue repentinamente recibida bajo la protección del Estado y comenzó a disfrutar, no sólo de tranquilidad y estatus legal, sino incluso de una considerable porción de influencia política. El siglo IV fue testigo de la gran fusión de la Iglesia cristiana con el Estado romano y la cultura helenística, fusión que habría de dar forma a la civilización occidental y determinar sus logros.
Quizá ningún otro escritor sea más revelador de su propia época. Mientras los retóricos paganos abandonaban las escuelas y a los filósofos, la cultura del mundo se salvaba en la misma Iglesia encargada de su destrucción. Lactancio comparte la actitud de Minucio Félix hacia la cultura tradicional.
Creía que poseía una vitalidad, que su tesoro debía ser preservado, que los "despojos de los egipcios podían convertirse en el orgullo de los despreciados galileos". Sin embargo, en el mismo acto de despojarlos, se asignó a sí mismo la tarea de dirigirse a esos egipcios y, en una serie de rasgos esenciales, aceptó su propia literatura y saber.
De este modo, salvó para la Iglesia gran parte de su cultura y se convirtió así en uno de los fundadores del humanismo cristiano.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)