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The Languages of Paradise: Race, Religion, and Philology in the Nineteenth Century
Michel Foucault observó que "el nacimiento de la filología atrajo mucho menos la atención de la mente occidental que el nacimiento de la biología o la economía política". En esta penetrante exploración del origen de la disciplina, Maurice Olender demuestra que la filología dejó una huella indeleble en las visiones occidentales de la historia y contribuyó directamente a algunas de las ideologías más horripilantes del siglo XX.
El estudio comparativo de las lenguas se inspiró en los debates renacentistas sobre qué lengua se hablaba en el Jardín del Edén. En el siglo XVIII, los eruditos estaban convencidos de que las lenguas europeas compartían un antepasado común. Con la adopción de métodos positivistas y "científicos" en el siglo XIX, la búsqueda de la lengua del Edén y la de una Ursprache europea se separaron. Sin embargo, se mantuvo el deseo de conciliar la causalidad histórica con el propósito divino.
Dado que las lenguas indoeuropeas tenían claramente una línea de descendencia separada de las lenguas bíblicas, los practicantes de la nueva ciencia de la filología (muchos de los cuales habían recibido su formación lingüística de la Iglesia) volcaron su erudición en la tarea de justificar el ascenso del cristianismo europeo al papel principal en la historia providencial. Para lograrlo, inventaron un par de conceptos, ario y semítico, que a finales de siglo habían emprendido carreras ideológicas y políticas mucho más allá de la filología. Las supuestas características de las lenguas respectivas se asignaron a los pueblos que las hablaban: así, los pueblos semitas (principalmente los judíos) eran, como su lengua, pasivos, estáticos e inmóviles, mientras que los arios (principalmente los europeos occidentales) se convirtieron en el activo y dinámico Pueblo Elegido del futuro.
Olender rastrea el desarrollo de estos conceptos a través de la obra de J. G. Herder, Ernest Renan, Friedrich Max M ller, Adolphe Pictet, Rudolph Grau e Ignaz Goldziher. Demuestra que, a pesar de sus diferentes enfoques, cada uno de estos hombres luchó más o menos decididamente "por unir el romanticismo con el positivismo en un esfuerzo por preservar una lealtad común a las doctrinas de la Providencia".
Con erudición y elegancia, Olender restituye la complejidad y las contradicciones internas de sus ideas y recrea el clima intelectual en el que florecieron.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)