Land Is Kin: Soberanía, libertad religiosa y lugares sagrados indígenas, Prólogo de la juez Abby Abinanti

Título original:

Land Is Kin: Sovereignty, Religious Freedom, and Indigenous Sacred Sites, Foreword by Judge Abby Abinanti

Contenido del libro:

En respuesta al llamamiento de Vine Deloria, Jr. para que todas las personas "se impliquen" en la lucha por la protección de los lugares sagrados indígenas, Land Is Kin, de Dana Lloyd, propone un replanteamiento de los lugares sagrados, y un replanteamiento incluso de la propia tierra. Deloria sugirió utilizar el principio de libertad religiosa, pero este principio ha fallado a los pueblos indígenas durante décadas. Lloyd sostiene que la libertad religiosa falla a los reclamantes indígenas porque la ley de los colonos crea una tensión entre dos derechos contrapuestos: la libertad religiosa de una parte y los derechos de propiedad de otra. En esta contienda, siempre ganará el derecho de propiedad.

A través de un análisis del caso Lyng contra la Asociación Protectora del Cementerio Indio del Noroeste, del Tribunal Supremo de EE.UU. de 1988, que interpreta como un caso sobre la soberanía y el significado de la tierra, Lloyd propone una comprensión múltiple de la tierra y de los distintos papeles que puede desempeñar simultáneamente. Rechazando la lógica binaria de religión sagrada frente a propiedad secular, Lloyd utiliza la disputa legal sobre el High Country -una zona del Six Rivers National Forest en el norte de California sagrada para las naciones indígenas yurok, karuk y tolowa- para demostrar que hay al menos cinco formas diferentes, aunque no igualmente válidas, de entender la tierra en el caso Lyng: hogar, propiedad, lugar sagrado, espacio natural y parentesco. Para proteger el High Country, los yurok presentaron una demanda por libertad religiosa, pero luego describieron la tierra como su hogar ante el tribunal. Presionaron para que se protegiera el High Country mediante la designación de espacio natural, aunque siguieron argumentando que llevaban siglos gestionándolo. Han comprado grandes parcelas de tierras ancestrales y también las declaran de su parentela, una relación que excluye ostensiblemente la posibilidad de la propiedad.

La tierra es pariente demuestra la complejidad de la tierra en el discurso religioso, político y jurídico contemporáneo. Basándose en las perspectivas indígenas sobre la tierra como pariente, Lloyd apunta hacia un marco que desplaza la soberanía de las oposiciones binarias -entre propiedad y lugar sagrado, entre el gobierno federal y las naciones nativas- hacia la consideración de la propia tierra como soberana.