The American Constitutional Tradition: Colonial Charters, Covenants, and Revolutionary State Constitutions, 1578-1780
El libro es una obra de no ficción. El libro es un análisis histórico de la evolución de un constitucionalismo singularmente estadounidense que comenzó con las cartas reales inglesas originales para la exploración y explotación de Norteamérica.
Cuando se redactó la Constitución de Estados Unidos en 1787, la concepción aceptada de una constitución era la de la constitución británica, en la que se habían basado los colonos para hacer valer sus derechos frente al imperium, compuesta por documentos antiguos, promulgaciones parlamentarias, reglamentos administrativos, pronunciamientos judiciales y costumbres establecidas. De igual importancia, las leyes que componían la constitución no diferían de otros estatutos y, en consecuencia, no había ninguna ley dotada de mayor santidad que otras promulgaciones legislativas. Al redactar las constituciones revolucionarias de los estados tras la retirada de los gobiernos de la corona en las colonias, así como la posterior Constitución federal, los revolucionarios volvieron a concebir fundamentalmente una constitución como la única fuente autorizada de ley fundamental que era superior a todos los demás estatutos, reglamentos y decisiones judiciales, que era ratificada por los estados y que sólo estaba sujeta a revisión mediante un proceso formal de enmienda.
Esta nueva concepción constitucional ha sido aclamada como la gran innovación del periodo revolucionario, y con razón. Este constitucionalismo estadounidense tuvo su origen en las cartas reales para la exploración de Norteamérica, hoy en gran parte olvidadas, que comenzaron con la carta concedida a Sir Humphrey Gilbert por Isabel I en 1578.
El libro sigue el desarrollo de esta tradición constitucional desde las primeras cartas de las Compañías de Virginia y los pactos celebrados en las colonias de Nueva Inglaterra, hasta las cartas de propiedad de las colonias del Atlántico Medio. Sobre la base de estos documentos fundacionales, los colonos crearon gobiernos compuestos no sólo por un poder ejecutivo, sino también por un poder legislativo elegido y un poder judicial. En esos documentos fundacionales y en las leyes de las legislaturas coloniales, los colonos trataron de armonizar sus aspiraciones de instituciones justas y derechos individuales con las exigencias e imperativos de un entorno ajeno y a menudo hostil.
Cuando las colonias se enfrentaron a la retirada de los gobiernos de la corona en 1775, recurrieron a su experiencia, que formalizaron en constituciones escritas. Esta tradición constitucional singularmente estadounidense de las cartas, pactos y constituciones estatales fue la base de la Constitución federal y del proceso por el que se redactó y ratificó la Constitución una década después.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)