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The Transparent Society: Will Technology Force Us to Choose Between Privacy and Freedom
En Nueva York y Baltimore, las cámaras de la policía escanean las zonas públicas las veinticuatro horas del día. Enormes bases de datos comerciales rastrean sus finanzas y venden esa información a quien esté dispuesto a pagar. Los sitios de alojamiento de la World Wide Web registran cada página que ves, y las autopistas de peaje "inteligentes" saben por dónde conduces. Cada día, una nueva tecnología roza nuestra intimidad. ¿Le pone nervioso? David Brin está preocupado, pero no sólo por la privacidad. Teme que la sociedad reaccione de forma exagerada ante estas tecnologías restringiendo el flujo de información e imponiendo frenéticamente un reino de secretismo. Tales medidas, advierte, no preservarán realmente nuestra intimidad. Los gobiernos, los ricos, los delincuentes y la élite tecnológica seguirán encontrando formas de vigilarnos. Pero nosotros tendremos menos formas de vigilarlos a ellos. Perderemos la clave de una sociedad libre: la responsabilidad. La Sociedad Transparente es un llamamiento a la "transparencia recíproca". Si las cámaras de la policía nos vigilan, ¿no deberíamos poder vigilar las comisarías? Si las agencias de crédito venden nuestros datos, ¿no deberíamos saber quién los compra? En lugar de aferrarnos a una ilusión de anonimato -una anomalía histórica, dados nuestros orígenes en pueblos muy unidos- deberíamos centrarnos en proteger las formas más importantes de privacidad y preservar la responsabilidad mutua. La mayor amenaza para nuestra libertad, advierte Brin, es que la tecnología de vigilancia sea utilizada por muy pocas personas, ahora por demasiadas. Una sociedad de casas de cristal puede parecer demasiado frágil. Ante el temor de que la tecnología ayude a la delincuencia, los gobiernos tratan de restringir el anonimato en línea.
Temiendo una tiranía asistida por la tecnología, los ciudadanos piden encriptar todos los datos. Brins muestra cómo, contrariamente a ambos planteamientos, las ventanas nos ofrecen mucha mejor protección que los muros.
Al fin y al cabo, la mayor disuasión contra el fisgoneo siempre ha sido el miedo a ser descubierto. Además, argumenta Brin, la cultura occidental fomenta ahora la excentricidad: ¡estamos programados para rebelarnos! Eso confiere a nuestra sociedad una protección natural contra el error y la maldad, como el sistema inmunitario del cuerpo. Pero las "células T sociales" necesitan apertura para detectar los problemas y darlos a conocer. La sociedad transparente está repleto de análisis provocadores y de gran alcance. La ineludible carrera de la tecnología nos obliga a tomar nuevas decisiones sobre cómo queremos vivir. Este audaz libro nos recuerda que una sociedad abierta es más robusta y flexible que una en la que reina el secretismo. En una era de cámaras del tamaño de un mosquito, bases de datos universales y radares que penetran en la ropa, será más vital que nunca que podamos vigilar a los vigilantes. La transparencia recíproca nos permite detectar a tiempo los peligros y desenmascarar a los malhechores. Podemos calibrar la credibilidad de expertos y políticos. Podemos compartir avances tecnológicos y noticias. Pero todos estos beneficios dependen del flujo libre y bidireccional de la información.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)