La reina Victoria después de Alberto: su vida y sus amores

Opiniones de los lectores

El libro sirve como una introducción atractiva e informativa a la reina Victoria, ofreciendo una visión de sus relaciones con la familia y las conexiones reales.

Bien escrito e investigado, entretenido, fácil de leer, incluye útiles ayudas visuales como cuadros genealógicos, y ofrece una comprensión más profunda de la vida de la reina Victoria más allá de los estereotipos comunes.

Algunos lectores pueden encontrar el enfoque en las relaciones familiares un poco estrecho, y podría haber una falta de profundidad al cubrir investigaciones más recientes sobre el tema.

(basado en 7 opiniones de lectores)

Título original:

Queen Victoria After Albert: Her Life and Loves

Contenido del libro:

Pocos monarcas británicos han encajado en el tiempo, el tono o la energía de una época como la Reina Victoria dominó su reinado.

Desde su ascenso al trono en 1837 hasta su muerte en 1901, su monarquía fue testigo de espectaculares avances en el Imperio Británico. Las maravillas políticas, científicas e industriales cambiaban el mundo. La influencia británica llegaba a todos los rincones de la tierra.

Pero había un ámbito que intrigaba especialmente a la Reina. Los hombres.

Conocedora del sexo opuesto, sus asesores de mayor confianza eran hombres. Lord Melbourne, su primer primer ministro, era una presencia avuncular. Luego, su amado esposo, el príncipe Alberto, tomó las riendas hasta su muerte en 1861.

En cuarenta años de viudez, sus ministros fueron muy variados. Adoraba a Disraeli, le disgustaba Gladstone y encontró una amistad genuina con Lord Salisbury. Luego estaba el Sr. Brown, el ghillie escocés que le resultaba maravillosamente atractivo. Más tarde estaba Abdul Karim, el Munshi, o maestro con el que tenía una relación maternal. Adoraba a su yerno, el príncipe Enrique de Battenberg, el «sol de sus vidas», y quedó desolada cuando murió. También amaba a su nieto político, el príncipe Luis de Battenberg, uno de los albaceas testamentarios.

Aquellos años sin Alberto no fueron años estériles y sin amor, no estuvieron exentos de felicidad y placer, aunque la propia reina pudiera protestar.