Puntuación:
El libro está lleno de mensajes inspiradores de Jesús y María, que proporcionan consuelo y guía a los lectores que buscan una comprensión más profunda de la espiritualidad. Destaca la importancia de la oración y la meditación, presenta bellas ilustraciones y está estructurado para permitir una lectura reflexiva en lugar de un consumo de principio a fin.
Ventajas:⬤ Mensajes inspiradores y reconfortantes que resuenan en los lectores.
⬤ Lenguaje claro y directo, fácil de entender.
⬤ Bellas ilustraciones que realzan la experiencia de la lectura.
⬤ Fomenta la oración y la reflexión, especialmente en grupo.
⬤ Proporciona un sentido de comunidad y de experiencia espiritual compartida.
⬤ Algunos lectores pueden encontrar subjetivo o difícil de aceptar el concepto de revelación privada.
⬤ El libro se dirige específicamente a los interesados en la mística católica, lo que puede no resultar atractivo para todos.
⬤ No es adecuado para lectores que busquen una narración continua tradicional, ya que está pensado para ser leído por segmentos.
(basado en 76 opiniones de lectores)
She Who Shows the Way: : Heaven's Messages for Our Turbulent Times
Nuestra Madre sabe cuándo la necesitamos más, y la necesitamos ahora. Estamos viviendo el fin de los tiempos, no el fin del mundo, sino el fin de una era. Aquellos que desean permanecer fieles al Evangelio están buscando la guía del cielo para capear y navegar con seguridad las tormentas sin parangón que se avecinan.
"Este libro debería ser ampliamente difundido, todo para gloria de Dios y en honor de la Madre de Dios, por todos nosotros y por la santidad de los discípulos de Cristo".
-Ram n C. Arg elles, STL, Arzobispo Emérito de Lipa.
En este extraordinario y ungido libro de mensajes de la Madre María -y ocasionalmente de Jesús- a través de auténticas locuciones interiores a uno de sus hijos más improbables, ella ha respondido.
MENSAJE DE MARÍA del 4 de agosto de 1993:
"Pronto llegará a vosotros un gran momento decisivo en el destino de vuestra nación y de su fe en Dios, y os pido a todos que recéis y ofrezcáis vuestros sufrimientos por esta causa...".
Mensaje de María del 27 de enero de 1993:
Queridos hijos míos, hoy vengo a vosotros como Madre del Consuelo. Os abro mis brazos, para recogeros, consolaros, compartir con vosotros mi amor de Madre y haceros partícipes de una gran verdad. Refugiaos hoy en mi Corazón Inmaculado y dejad que yo os consuele. Os digo que vuestras oraciones y vuestras voces, en dulce armonía del corazón, resuenan en este momento todavía en el cielo, y hacen regocijarse a los ángeles.
Hijos míos, el hombre comete un gran error. Concibe a Dios como un Creador distante, como quien hace girar una peonza y se aleja para verla caer. Os aseguro que ningún acto, ningún soplo de viento, ninguna lágrima, nada de esto existe sin el asentimiento del Padre. Él actúa en ti. Está activo a tu alrededor. Nunca te abandona. ¿Cómo manifiestan los hombres su gran error en su vida cotidiana? Lo hacen por la manera en que llevan sus cargas, su cruz, sin compartirla con mi Hijo, Jesús, que se la ofreció. No hay consuelo, hijos míos, en las cargas de vuestra vida sin mi Hijo, porque en verdad todas estas cargas son Suyas. Él las lleva siempre, y os implora que os unáis a Él. Por eso dijo: "Toma tu cruz y sígueme". Por eso dijo también: 'Mi carga es muy ligera'.
Muchos de los seres queridos de mi Hijo a través de los siglos, hermosos hijos de Dios, siempre han asombrado al mundo con su capacidad de soportar cualquier carga, sufrir cualquier dolor, con inmensa alegría. Esto es una prueba del cumplimiento de las palabras de mi Hijo, como una prueba para vosotros, hijos -una prueba visible para que la apliquéis a cualquier pena, a cualquier dolor, a cualquier carga- pues si estáis verdaderamente unidos a mi Hijo en el soportar esta carga, la encontraréis deliciosa y una alegría, porque tendréis verdadero conocimiento de los beneficios y las recompensas que os esperan en vuestra gloria celestial.
Así pues, cuando os sintáis desesperados y el dolor os parezca a veces insoportable, recordad, hijos míos, las palabras de mi Hijo. Recordad las palabras que os he dirigido hoy, porque sólo allí encontraréis consuelo, sólo allí encontraréis la ayuda que necesitáis. Sé que a muchos de vosotros os cuesta entender esto. Sentís que no ha funcionado para vosotros. Os prometo que estas gracias fluirán. En vuestra próxima asistencia a Misa, ofreced vuestros dolores, vuestros sufrimientos a la Eucaristía resucitada, y esperad las bendiciones.
Os amo a todos, hijos míos, y os dejo ahora con la paz de mi Hijo. Gloria a Dios que os amo a todos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)