La promesa de Gideon: un movimiento de defensores públicos para transformar la justicia penal

Título original:

Gideon's Promise: A Public Defender Movement to Transform Criminal Justice

Contenido del libro:

Un proyecto de reforma de la justicia penal que sitúa a una nueva generación de defensores públicos al frente de la lucha por la igualdad jurídica.

Combinando la sabiduría extraída de más de una docena de años como defensor público y la investigación de vanguardia en los campos de la psicología organizacional y cultural, Jonathan Rapping revela los problemas generalizados inherentes a nuestro actual sistema de defensa pública, y sienta las bases de cómo los programas modelo de defensa pública deben trabajar para poner fin al encarcelamiento masivo.

Los defensores públicos representan más del ochenta por ciento de las personas que interactúan con el sistema judicial, un número desproporcionado de los cuales son ciudadanos pobres y no blancos que confían en ellos para navegar por la ley en su nombre. La mayoría de las veces, incluso los más bienintencionados de esos defensores están sobrecargados de trabajo, infradotados de fondos e incentivados para poner los intereses de los jueces y los políticos por encima de los de sus clientes, en una cultura que golpea la pasión de los defensores talentosos y motivados, y ha llevado a un nivel vergonzosamente bajo de justicia para aquellos que dependen de las promesas de Gideon v. Wainwright.

Sin embargo, en lugar de abogar por un cambio en las normas que rigen las acciones de los abogados, jueces y otros defensores, Rapping propone un cambio cultural radical hacia un "ethos ferozmente basado en el cliente" impulsado por una formación de reclutamiento basada en valores, despertando a los defensores a su papel en el mantenimiento de un statu quo injusto, y un orgullo renovado en el papel esencial de la abogacía moral en una sociedad democrática.

A través de la historia de la fundación de Gideon's Promise y de anécdotas de su época como defensor y profesor, Rapping reanima la posibilidad de que los defensores públicos sirvan de baluarte radical contra la opresión gubernamental y de megáfono para amplificar las voces de aquellos a quienes sirven.