La pequeña guerra sucia: la lucha de Occidente por revertir la Revolución Rusa

Opiniones de los lectores

El libro ofrece un relato informativo y atractivo de la intervención occidental en Rusia tras la Primera Guerra Mundial, arrojando luz sobre un episodio histórico menos conocido que tiene implicaciones modernas. Muchos críticos aprecian la minuciosidad de la investigación y la narración, pero critican el estilo de redacción y su posible parcialidad.

El libro está bien escrito, es informativo y está meticulosamente investigado. Ofrece un relato fascinante sobre una guerra olvidada, llenando un vacío en el conocimiento histórico. A los críticos les ha parecido atractivo, con una vívida descripción de los personajes y conexiones relevantes con la actualidad, especialmente en relación con el conflicto de Ucrania.

Los críticos señalan que la redacción es tediosa y difícil de seguir. Algunos críticos señalaron la falta de objetividad y profundidad en el análisis histórico, sugiriendo que la narración dependía excesivamente de fuentes británicas y no ofrecía una visión equilibrada de los acontecimientos o de las perspectivas de otras partes implicadas.

(basado en 15 opiniones de lectores)

Título original:

Nasty Little War - The West's Fight to Reverse the Russian Revolution

Contenido del libro:

Del autor del bestseller Un viaje por la historia de Ucrania

La asombrosa historia jamás contada de la invasión occidental de la Rusia soviética y la tragedia que provocó.

En los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, con el mundo exhausto y agotado por una guerra larga y brutal, quince naciones reunieron un ejército de casi 200.000 hombres y se embarcaron en una de las empresas militares más extraordinarias y ambiciosas del siglo XX. La intervención en la guerra civil rusa fue encabezada por Gran Bretaña, sus fuerzas coloniales y sus aliados. Su objetivo era detener a los bolcheviques, reinstaurar regímenes conservadores en el Imperio Ruso y garantizar que Alemania no llenara el vacío de poder que había creado la Revolución Rusa. Dieciocho meses después -tras un largo y sangriento conflicto entre rojos y blancos, la ejecución del antiguo zar y su familia y una brutal hambruna-, las fuerzas británicas, estadounidenses y francesas marcharon de nuevo, rindiéndose a la imparable fuerza del poder soviético. Enviaron al exilio a miles de rusos blancos y dejaron a su paso muerte, hambre, destrucción y pogromos masivos.

Entretejiendo la historia a través de los diarios, cartas e informes de prensa de muchos de los participantes, ésta es una guerra de frentes salvajemente contrastados. Una guerra de ejércitos privados y terribles comunicaciones, en la que los participantes pasaban frío en barracones o se atiborraban de caviar en bailes, llegaban a las ciudades en trenes de vapor o asaltaban bases navales en lanchas rápidas, inventaban monedas, pescaban salmón y conducían a un lugar seguro a largas filas de refugiados infectados de tifus, además de librar sangrientos combates.

Pocos han reconocido la Intervención desde entonces. Cuando el humo se disipó, los propagandistas soviéticos hicieron su agosto mitificando la arrogancia e incompetencia de los británicos junto a sus gordos y engreídos aliados blancos. Para los dos millones de rusos blancos que emigraron tras la Revolución fue la gran traición. En las versiones occidentales, era más fácil fingir que la catástrofe nunca había ocurrido. A Nasty Little War aclara la historia, poblando el campo de batalla con personajes inolvidables y dando vida a este trágico fracaso.