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Women's Ordination in the Catholic Church
La ordenación de mujeres en la Iglesia católica sostiene que las mujeres pueden ser válidamente ordenadas para el ministerio. O'Brien demuestra que las afirmaciones de los dicasterios romanos de que existe una cadena ininterrumpida de tradición autorizada sobre la no ordenación de las mujeres -un argumento novedoso más que tradicional- carecen de respaldo histórico.
En la Iglesia primitiva, con los oficios de diácono, presbítero y obispo en proceso de desarrollo, las mujeres ejercieron ministerios que más tarde se entendieron como propios de esos oficios. El período subapostólico restó importancia al ministerio femenino por razones de adaptación cultural, no porque se pensara que la fidelidad a Cristo lo exigiera. Además, numerosos testimonios epigráficos, procedentes de una amplia zona geográfica, hacen referencia a mujeres diáconos y presbíteros durante el primer milenio.
La evolución restrictiva del concepto de ordenación a partir del siglo XII no niega que, con anterioridad, las mujeres fueran válidamente ordenadas según la concepción eclesial contemporánea. Las repetidas prohibiciones canónicas de ordenar mujeres demuestran tanto que se ordenaban mujeres como que esas prohibiciones se aplicaban de forma muy selectiva.
Estos cánones eran una práctica cultural en busca de una teología, y las subsiguientes justificaciones teológicas para restringir la ordenación a los hombres apelaban a la supuesta inferioridad femenina sobre el trasfondo del sacerdocio como eminencia y no como servicio. O'Brien muestra que la afirmación de la no ordenación de las mujeres es una cuestión de derecho canónico más que de doctrina.
Como tal, esa ley puede ser reformada.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)