La muerte de Conrad Unger

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Título original:

The Death of Conrad Unger

Contenido del libro:

La muerte por suicidio de Conrad Unger (escritor, teórico y entomólogo aficionado), amigo íntimo de Gary J. Shipley, le ha llevado a enfrentarse no sólo a la fría maquinaria de la autoeliminación, sino también a sus conexiones con la vida literaria y las nociones que rodean el embrujo psicológico, a reevaluar en términos tanto ficticios como entomológicos qué es lo que lleva a escritores como Unger a quitarse la vida como algo natural, como si ese final hubiera estado ahí todo el tiempo, sabiéndolo, esperándolo.

Como G rard de Nerval, David Foster Wallace, Ann Quin y Virginia Woolf antes que él, Unger no fue simplemente un escritor que eligió acabar con su vida, sino un escritor cuya obra apareció forjada a partir del conocimiento del aplazamiento temporal de ese acontecimiento. Y aunque para los no iniciados lo más probable es que estos suicidios literarios parezcan completamente ajenos a los comportamientos suicidas de los insectos parasitados por hongos entomopatógenos o nematomorfos, en las páginas de este breve estudio se nos presentan con frecuencia detalles que nos permiten ver los paralelismos entre sus coreografías terminales. Investiga lo que él cree que son las motivaciones esencialmente binarias y contradictorias de sus estudios de casos de suicidio: donde su autodesaparición se convierte en un caso de necro-autonomía (la muerte como solución a una esclavitud externa, o la zombificación de la vida cotidiana como algo que requiere la forma más extrema de emancipación), mientras que además es un caso de necro-equipoise (la muerte como solución a una esclavitud interna, o la angustia de ya no ser capaz de deslizarse cómodamente dentro de esa misma cotidianidad).

La claustrofobia mortífera de la vida humana y el logro de una posición fuera de ella: ambas son púas en las líneas que sólo pueden detallar la enfermedad, nunca curarla. A través de extractos y sinopsis de los libros de Unger, marginales y subrayados seleccionados de su extensa biblioteca, y un breve itinerario de sus movimientos en ese último mes de exilio, comienza a formarse una imagen de la obsesión suicida del escritor, y se forma a expensas del hombre, la idea carcomiendo su cerebro como un parásito fúngico, desenterrando el cadáver despierto para dar carne a sus palabras.