... Luego vino el viaje, con sus nuevas vistas y la distracción de las miradas apresuradas por ponerse al día, los pensamientos retenidos por la alegría del momento o tendentes a la alegría del futuro, tambaleándose bajo la energía hiperactiva de las sensaciones.
No habían tenido ninguna de esas conversaciones en las que los corazones se vuelven lúcidos. Él decía, tras los largos silencios del cansancio ebrio: ¿Me quieres? en un tono de plegaria y orgullo; ella se lanzaba contra él, buscando la hábil energía de sus brazos, el sabor de su beso.
Por supuesto, ella no pensaba en responder a las cartas de L onora, no pensaba en nada, excepto en absorber el regocijo del momento sin perder nada de él: ávida y cansada alternativamente, su mente flotando; feliz, en resumen. ¿Por qué el recuerdo de todo esto era tan incierto?
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)