La libertad de la ciudad

Título original:

The Freedom of the City

Contenido del libro:

"La congestión es la vida de la ciudad... es por lo que vinimos, por lo que nos quedamos, por lo que tenemos hambre", escribió Charles Downing Lay, destacado arquitecto paisajista y planificador estadounidense de principios de los años veinte. Estas palabras son pertinentes hoy en día, cuando la densidad y la congestión vuelven a estar bajo asedio, especialmente en nuestras ciudades más productivas y prósperas.

Publicado en 1926, La libertad de la ciudad de Charles Downing Lay es una elocuente y oportuna defensa del urbanismo y la vida urbana. El galardonado autor e historiador urbano Thomas J. Campanella ha dado nueva vida y relevancia al texto de Lay, añadiendo notas explicativas, imágenes, una introducción y un ensayo biográfico, para acercar esta importante obra a una nueva generación de urbanistas.

Lay se adelantó décadas a su tiempo, escribiendo La libertad de la ciudad cuando los estadounidenses empezaban a enamorarse del automóvil y a abandonar la ciudad por una vida romántica en los suburbios. Planificadores y teóricos sostenían que las ciudades muy congestionadas eran una forma de cáncer, que los grandes centros metropolitanos como Londres y Nueva York debían decantarse por frondosas "ciudades jardín" en el campo. Lay guardó su pluma más afilada para estos antiurbanistas en su propia profesión de urbanista y planificador regional.

Lay escribe sobre las delicias de la vida en la ciudad y -especialmente- sobre la importancia del ingrediente singular y esencial que lo hace todo posible: la "congestión" (lo más parecido a la definición actual de "densidad"). Para Lay, la congestión es la salsa secreta de las ciudades, el elemento singular que confiere a Londres, París o Nueva York su dinamismo y magia. En su opinión, los servicios y comodidades de una ciudad son "el resultado directo de su gran congestión"; de hecho, la congestión es "la vida de la ciudad". Si se reduce por debajo de cierto punto, desaparece gran parte de nuestra comodidad y conveniencia".

Campanella escribe que "a pesar de todos sus puntos ciegos, el argumento central de Lay sigue siendo válido. La libertad de la ciudad fue clarividente en 1926 y sigue siendo actual. Sin duda, los elementos esenciales del buen urbanismo que se ensalzan en el libro -la escala humana, la diversidad, la transitabilidad, las serendipias de la calle; sobre todo, la densidad- son hoy artículos de fe entre arquitectos y urbanistas".