La iglesia de cristal: Robert H. Schuller, la catedral de cristal y la tensión del ministerio de las megaiglesias

Título original:

The Glass Church: Robert H. Schuller, the Crystal Cathedral, and the Strain of Megachurch Ministry

Contenido del libro:

El ministerio de Robert H. Schuller -incluida la maravilla arquitectónica de la Catedral de Cristal y la pulida emisión televisiva de Hora de Poder- proyectó una amplia sombra sobre el cristianismo estadounidense.

Los pastores acudían en masa al sur de California para aprender las técnicas de Schuller. El Presidente de Estados Unidos le invitó a sentarse en un lugar destacado junto a la Primera Dama en el Discurso sobre el Estado de la Unión. Muhammad Ali le pidió un autógrafo.

Parecía como si Schuller hubiera iniciado una segunda Reforma. Y luego todo desapareció.

Mientras el ministerio de Schuller se debatía entre la confusión interna y la bancarrota, sus emuladores -entre ellos Rick Warren, Bill Hybels y Joel Osteen- alimentaban megaiglesias que parecían barrer la Catedral de Cristal como una reliquia del siglo XX. ¿Cómo hemos llegado a esto? Ciertamente, todas las iglesias dependen de una mezcla de feligreses, carisma y capital, pero el tamaño y la ambición de las grandes iglesias como la Catedral de Cristal de Schuller ejercen enormes presiones organizativas para continuar el flujo de personas comprometidas con la congregación, reforzar la chispa de entusiasmo carismático generado por pastores de alto perfil y desarrollar nuevos flujos de financiación de capital para el mantenimiento de viejos proyectos y el lanzamiento de nuevas iniciativas.

La atención constante a la ampliación de la base de feligreses, el impulso del carisma y la estimulación del capital entre las megaiglesias supone una carga especialmente pesada para sus líderes. Al orientar un planteamiento sobre el colapso de la Catedral de Cristal hacia estos tres elementos centrales -electores, carisma y capital-, La Iglesia de Cristal demuestra cómo la fragilidad congregacional se acentúa enormemente en las iglesias más grandes, una noción que denominamos tensión de la megaiglesia, de modo que la amenaza de implosión se acentúa significativamente por cualquier fallo a la hora de calibrar adecuadamente la interrelación entre estos elementos.