La hora de acostarse y otros cuentos de la Casa de Huéspedes del Presidente

Puntuación:   (4,0 de 5)

La hora de acostarse y otros cuentos de la Casa de Huéspedes del Presidente (Benedicte Valentiner)

Opiniones de los lectores

Resumen:

El libro ofrece una cautivadora y humorística mirada entre bastidores a la Blair House, destacando las experiencias y percepciones únicas de la autora durante su mandato como Directora General. Los lectores aprecian la mezcla de entretenimiento e información sobre acontecimientos políticos y dignatarios.

Ventajas:

El libro está bien escrito, es fascinante y ofrece una visión única de la política y la hospitalidad. Los lectores lo consideran informativo, entretenido y, en ocasiones, histéricamente divertido. Es elogiado por su estilo ingenioso, sus relatos detallados de acontecimientos significativos y su visión equilibrada de personas de diversos ámbitos políticos. Muchos críticos lo recomiendan como un buen regalo y una importante adición a las bibliotecas personales.

Desventajas:

Algunos lectores opinan que ciertas partes del libro son demasiado detalladas, lo que podría restarle ritmo al conjunto. Además, existe la percepción de que los demócratas pueden disfrutar más del libro que los republicanos, lo que podría limitar su atractivo para algunos públicos.

(basado en 6 opiniones de lectores)

Título original:

Bedtime and Other Stories from the President's Guest House

Contenido del libro:

Benedicte Valentiner invita al lector a descubrir los entresijos de una de las casas de huéspedes oficiales más prestigiosas del mundo: la histórica, encantadora y hermosa Blair House, frente a la Casa Blanca. Durante más de trece años, la Sra. V fue anfitriona de Jefes de Estado y de Gobierno durante sus visitas oficiales a los presidentes Ronald Reagan, George H. W. Bush, Bill Clinton y George W. Bush. Sus anécdotas sobre los líderes más poderosos del mundo son reveladoras, entretenidas y dramáticas; estamos presentes cuando George H. W. Bush juega con sus nietos, cuando un Boris Yeltsin ebrio es descubierto deambulando por Blair House, y cuando el equipaje de la delegación de Togo revela un mono ahumado, un enorme lagarto y cucarachas gigantes. La Sra. V también escribe sobre el año que pasó investigando aves rapaces en Irán, sobre tejer en México y sobre cómo decidió muy pronto la carrera que la llevó a uno de los puestos de hostelería más prestigiosos del mundo. PROLOGO La primera noche de la visita de Boris Yeltsin, en septiembre de 1994, nuestros dos agentes de seguridad de guardia vivieron una aventura mayor de lo que jamás hubieran imaginado. Alrededor de las 12.30 de la mañana, los agentes Paul Besett y Michael Cooney vieron en la pantalla de su ordenador un espectáculo asombroso.

Vestido pero escasamente, habiendo olvidado ponerse el pijama, el poderoso Presidente de la Federación Rusa se vistió brevemente mientras sorteaba las escaleras traseras con la seguridad de una persona que tiene un problema de orientación. Estaba como una cuba y casi desnudo. Nuestros agentes de seguridad estaban pegados a la pantalla del ordenador. Al final de la escalera circular de emergencia que salía del camerino de la suite principal y conducía al garaje del edificio de la Nueva Oficina Ejecutiva, vieron a Boris Yeltsin intentando abrir la puerta del garaje y casi saltando del susto cuando ésta emitió una fuerte señal. Entonces, los agentes de seguridad le perdieron en la pantalla. Frenéticamente llamaron al Puesto de Mando de la USSS para alertarles de que su hombre andaba suelto por la casa. Y cuando se apartaron de la pantalla se llevaron otro susto. Allí estaba Boris Yeltsin en carne y hueso y, además, aferrándose con todas sus fuerzas al marco de la puerta de su despacho. Sin decir palabra, se inclinó gravemente ante ellos y salió tambaleándose, rodando por la esquina hasta la sala Leslie Coffelt.

Esta sala, que lleva el nombre del guardia de seguridad que dio su vida defendiendo al Presidente Harry S. Truman durante un intento de asesinato por parte de nacionalistas puertorriqueños el 1 de noviembre de 1950, se reservó como sala de descanso para los policías uniformados de la Policía Metropolitana y del USSS, de modo que durante sus agotadoras y largas horas protegiendo a nuestros visitantes pudieran entrar a resguardarse del frío y refrescarse. Aquella noche había treinta sentados cuando apareció Yeltsin. Aquí hay un ruso borracho, dijo alguien despreocupadamente, a lo que respondió otro: No es un ruso borracho. Es B o r i s Y e l t s i n.

Otros datos del libro:

ISBN:9780983576006
Autor:
Editorial:
Encuadernación:Tapa dura

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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)