La formación del orador

Título original:

The Training of a Public Speaker

Contenido del libro:

El poder de la elocuencia para conmover y persuadir a los hombres es universalmente reconocido. Hoy en día, el orador público desempeña un papel vital en la solución de todas las grandes cuestiones y problemas. La oratoria, en el verdadero sentido, no es un arte perdido, sino un potente medio de impartir información, instrucción y persuasión. La elocuencia sigue siendo "el órgano apropiado de la más alta energía personal". Como bien ha dicho alguien: "El orador no está obligado a esperar largos y fatigosos años para cosechar la recompensa de su trabajo. Sus triunfos son instantáneos".

Y de nuevo: "Ponerse de pie ante una vasta asamblea compuesta de hombres de las más diversas vocaciones, opiniones, pasiones y prejuicios, y moldearlos a voluntad; jugar con sus corazones y mentes como un maestro con las teclas de un piano; convencer a sus entendimientos por la lógica, y emocionar sus sentimientos por el arte del orador; ver todos los ojos mirando su rostro, y todos los oídos atentos a las palabras que salen de sus labios; ver la indiferencia cambiarse en interés sin aliento, y la aversión en entusiasmo arrebatador; Oír estruendos de aplausos al final de cada período; ver a toda la asamblea animada por los sentimientos que en él arden y luchan por expresarse; y pensar que todo esto es la creación del momento, y que ha brotado instantáneamente de su ardiente cerebro y de la inspiración que le han impartido las circunstancias del momento; éste es, quizá, el mayor triunfo de que es capaz la mente humana, y en el que su divinidad se revela más señaladamente. ".

Los objetivos y propósitos de la oratoria actual han cambiado radicalmente con respecto a épocas pasadas. Los cuerpos deliberantes, compuestos de hombres ocupados, se reúnen ahora para discutir y disponer de asuntos graves y de peso. Hay poca necesidad y poco margen para la elocuencia. El tiempo es demasiado valioso para permitir discursos prolongados. Se espera tácitamente que los hombres "vayan al grano" y sean razonablemente breves en lo que tienen que decir.