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The Ethics of Belief and The Will to Believe
El excelente tratado de William Kingdon Clifford La ética de la creencia se une en esta edición a La voluntad de creer.
La voluntad de creer, la enérgica respuesta de William James.
Este libro reúne los dos ensayos que componen el famoso intercambio filosófico entre el matemático William Kingdon Clifford y William James, psicólogo y filósofo. Famosos por articular los argumentos y la moralidad en torno a la creencia, estos dos ensayos se unen en una sola edición compacta para la consideración y el estudio del lector.
La principal diferencia de opinión entre Clifford y James gira en torno a la cuestión de las pruebas. Clifford sostenía que creer en cualquier cosa sin pruebas es una locura.
Los individuos deben tener un deber intelectual, además de un deber moral, en lo que creen. Por tanto, los deseos, las suposiciones o la fe ciega son inaceptables y pueden dañar el intelecto y la capacidad de razonar.
William James, en oposición a la opinión de Clifford, afirma que la formación de creencias es justificable. Utiliza al atleta como ejemplo.
Creer en las propias habilidades o en la capacidad de logro puede proporcionar una ventaja psicológica que hace que esas creencias se hagan realidad.
A continuación, James esboza una serie de condiciones que pretenden justificar el fenómeno de la creencia religiosa como un hecho intelectual y moral. Que la cuestión de si Dios existe es intelectualmente indecidible es fundamental para la tesis de James: una persona puede, sin que ello afecte a su intelecto o a su moral, elegir creer o no creer en una deidad.
Tanto Clifford como James se basan en las normas epistémicas establecidas de la filosofía, que son los principios que los buscadores del conocimiento y la verdad deben mantener cuando adquieren una creencia. Su intercambio sirvió para refinar las normas en los círculos académicos, dando paso a un interés renovado y sostenido por la moral de las creencias.
Entre los artículos de Clifford y James transcurrieron casi dos décadas, y el propio Clifford murió en 1879. Sin embargo, la concisión de la respuesta de James -que actúa como un resumen eficaz de los argumentos de muchas de sus obras más extensas- hizo que tanto su artículo como el de Clifford cobraran importancia en los círculos académicos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)