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The Unfortunate Life and Death of William Tell
El reloj del ayuntamiento marcaba las 13.45 horas. Dos abogados con peluca cayeron al suelo muertos, una bala mató a ambos al instante.
Los dos hombres estaban tendidos fuera de un tribunal de la Corona, era un caluroso día de verano. La sangre mezclada de los hombres asesinados corría cuesta abajo en un pequeño arroyo, hasta que el sol caliente ayudó a su coagulación. Los numerosos espectadores, en su mayoría clientes, que hasta hacía unos minutos estaban escondidos bajo los asientos del bar exterior de la taberna The Red Lion Public.
Se dieron cuenta de que el peligro había pasado y empezaron a salir sigilosamente de sus escondrijos.
Vieron la sangre que se secaba rápidamente y los dos cadáveres que yacían allí. Así que les dio por hacerse selfies con los cuerpos asesinados de fondo.
La escena del crimen había quedado en entredicho por la brigada de los selfies, y fue aniquilada aún más por la policía, que los había ahuyentado, pero el daño ya estaba hecho. Dos detectives aparecieron en la lamentable escena del crimen. Miraron a su alrededor e intentaron sin éxito averiguar dónde estaba el tirador.
Y luego tuvieron que determinar cuál de los dos cadáveres masculinos era la víctima prevista. La persecución resultante para atrapar al asesino, llevaría a que se encontraran más cadáveres, y a que se lanzaran aún más preguntas a los detectives, que necesitaban respuesta. Pronto descubrirían que el asesino, que sabía que era sospechoso, empezaría a jugar con ellos, y a mostrar sus propias debilidades.
Les vigilaba y conocía todos sus movimientos. Los detectives pronto descubrirían lo peligroso que podía ser este hombre.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)