La construcción de un contrato social: las casas de los trabajadores modernos en el Detroit de principios del siglo XX

Título original:

Building a Social Contract: Modern Workers' Houses in Early-Twentieth Century Detroit

Contenido del libro:

El sueño de la casa del trabajador moderno surgió en los Estados Unidos de principios del siglo XX, cuando los asalariados tuvieron acceso a viviendas nuevas, más grandes y mejor equipadas. Construir un contrato social es una historia convincente de las casas con las que soñaban y por las que trabajaban esos trabajadores. Michael McCulloch relata los esfuerzos de los empresarios, las agencias gubernamentales y la industria de la construcción que, junto con los propios trabajadores, produjeron un auge sin precedentes en la construcción de viviendas que alcanzó su punto álgido a mediados de la década de 1920.

A través de relatos orales, cartas, fotografías y ficción de época, McCulloch sigue la pista de los asalariados en la negociación de un nuevo contrato social implícito, que recompensaba el trabajo duro con la movilidad ascendente en las casas modernas. Esta promesa reflejaba el mayor poder de negociación de los trabajadores pero, al mismo tiempo, los hacía cada vez más vulnerables a los despidos.

Construir un contrato social se centra en Detroit, la ciudad por excelencia de la época, a la que llegaban los trabajadores emigrantes y eran americanizados, y donde prosperaban los agentes inmobiliarios y la industria especulativa de la construcción de viviendas. La Ciudad del Motor personificó la lucha de los trabajadores negros de este periodo, que buscaban una vida mejor a través del trabajo industrial pero luchaban por traducir sus salarios en seguridad de vivienda en medio de la segregación racista y la violencia. Cuando el desempleo de la era de la Depresión provocó una crisis de desahucios, el contrato social se rompió y los trabajadores se levantaron -en las urnas y en las calles- para crear un movimiento obrero que reconfiguró el capitalismo estadounidense durante décadas.

Hoy en día, las lecciones que McCulloch extrae del Detroit de principios del siglo XX son un recordatorio necesario de que los salarios no bastan y que sólo el poder político de la clase trabajadora puede garantizar una vivienda asequible.