The City of the Sky
"Por ahora, joven Kenzie, puedes irte", entonó Frost. "Nuestros asuntos juntos han concluido".
Sean asintió respetuosamente, con los ojos todavía a ras de la mesa, y luego retrocedió por donde había venido, casi tropezando en lo alto de la rampa que conducía fuera del foso. Cuando llegó a la puerta, ésta detectó su presencia y se deslizó hacia un lado. Una vez más, la luz del vestíbulo exterior se derramó en la gran cámara y borró al instante el campo estelar de arriba.
Sean continuó hacia el vestíbulo exterior, pasó junto a las sillas del vestíbulo y se detuvo frente a las esculturas de plata de los seis Orandar que tanto había admirado de niño. Eran muy parecidas a las de su sueño.
Aunque ahora estaban un poco menos animadas, su inmovilidad resultaba extrañamente cautivadora. Se preguntó cómo no los había reconocido. Tal vez Eliah tenía razón.
Tal vez lo había sabido todo el tiempo y simplemente se había negado a reconocer la verdad. Su único instinto le decía que huyera y se escondiera del mundo, igual que había hecho de niño cuando el mundo se había vuelto demasiado insoportable.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)