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The Fall and Restoration: 1968 Lectures
Neville nació en Barbados (Indias Occidentales) en 1905, en el seno de una familia inglesa pobre -nueve hijos y una hija- donde fue criado y educado de manera tradicionalmente cristiana. Su padre, que conocía el poder de la imaginación, junto con la ayuda de sus industriosos hijos, convirtió a los Goddard en la mayor presencia empresarial de la isla y, a su muerte, dejó a los diez hijos con una fortuna independiente.
A los diecisiete años, Neville abandonó Barbados y se trasladó a Nueva York, donde trabajó en el comercio minorista durante varios años hasta que se convirtió en bailarín en espectáculos de Broadway. Esto le llevó a pasar una temporada en Londres, donde se introdujo en el pensamiento metafísico, y a su regreso a Nueva York empezó a enseñar la ley de la imaginación en 1938 a un público cada vez más numeroso en el Este, Los Ángeles y San Francisco. Cuando se trasladó con su familia a Los Ángeles a principios de la década de 1950, sus charlas dominicales atraían a 2.000 personas. Todos querían algo -viviendas, nuevos trabajos, pareja, dinero- y él les enseñaba con éxito cómo satisfacer esos deseos mediante el uso de su todopoderosa imaginación humana. Las técnicas, los testimonios de su público, la fórmula creativa, las visiones, los sueños y las interpretaciones bíblicas se tratan de forma sencilla y detallada en estas conferencias. Animan a cualquier buscador a aplicar su imaginación para el éxito, y en última instancia conducen a la apreciación de que no hay intermediario entre Dios (el YO SOY del hombre) y el hombre.
A partir de 1959 tuvo una serie de seis visiones a lo largo de tres años y medio: resurrección/nacimiento de lo alto; David; división del templo/ascensión; y el descenso de la paloma. Entonces comprendió su misión: Primero experimentar estas visiones, comprender sus significados y luego enseñar el significado de estos signos que se dan al hombre después de que cada individuo haya pasado por múltiples vidas y por todos los estados de conciencia. Estos signos confirman el despertar del alma del hombre. El origen y el destino del hombre son divinos: de la unidad a la diversidad y de nuevo a la unidad, sin pérdida de individualidad. Todo está perdonado y el exiliado, el pródigo, regresa al Señorío, ampliado en gran medida por el viaje a través de la limitación, la ilusión y un sueño semejante a la muerte.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)