Jueces Érase una vez en Israel

Título original:

Judges: Once Upon a Time in Israel

Contenido del libro:

Jueces es la epopeya bíblica del final de la frontera. Describe las primeras generaciones de la vida israelita en Canaán y retrata a un conjunto de protagonistas memorables, los "jueces", que fueron lo bastante salvajes para domar un desierto, pero demasiado salvajes para persistir en la siguiente era de cortes reales, santuarios centrales y estados políticos. El núcleo de Jueces está formado por una serie de relatos sobre forajidos, caudillos y mujeres de guerra, mercenarios y sacerdotes y profetas de la antigua Efraín, cuyas hazañas se narraron en una serie de documentos redactados que, para disgusto de los lectores piadosos a lo largo de los siglos, acabaron en la Biblia.

Está Ehud, el asesino zurdo en una lúgubre misión laberíntica en solitario dentro y fuera de una fortaleza enemiga. Está Débora, la hembra alfa que, en un capítulo, manda un ejército y, en otro, pronuncia su canción homónima, que merece figurar entre las grandes poesías bélicas del mundo. Está Jael, la mujer beduina matadora de hombres que es hábil con el martillo. Está Gedeón, el héroe inseguro que conduce, en una historia, a un grupo de guerreros de élite en inferioridad numérica a la victoria sobre una fuerza enemiga de proporciones incontables y, en otra historia, a una venganza de clan llena de torturas, incendios provocados y asesinatos por venganza. La historia de Abimelec narra el ascenso y la caída de un gángster. Está Jefté, el paria llamado a rescatar a su tribu cuando necesitan sus habilidades de forajido, pero cuyo voto precipitado tiene consecuencias fatales para su hija. Por último, está Sansón, una de las caracterizaciones más memorables de la literatura popular, una encarnación andante y parlante de la hipermasculinidad sin afeitar y desequilibrada.

Esta lectura de los cuentos de los Jueces como un conjunto de historias de aventuras de los primeros siglos de la alfabetización alfabética requiere que escarbemos entre montones de basura didáctica, teológica, moralista, mesiánica y nacionalista para recuperar toda la gloria -y el horror- de su oscura violencia y erotismo, así como para maravillarnos ante la tosca poesía popular de la narración y el diálogo de los cuentos.