Jonathan Wateridge - Nadador Incierto

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Título original:

Jonathan Wateridge - Uncertain Swimmer

Contenido del libro:

Traza la evolución del estilo de Wateridge desde su realismo anterior y sus complejas composiciones de múltiples figuras hasta sus obras más solitarias y expresivas explorando las ochenta pinturas y obras sobre papel de este libro realizadas entre 2019 y 2022.

Uncertain Swimmer es la segunda monografía sobre la obra del artista británico Jonathan Wateridge (n. 1972, Lusaka, Zambia), que presenta alrededor de ochenta pinturas y obras sobre papel realizadas entre 2019 y 2022. Como continuación de los cuerpos de trabajo Enclave y Expatria (2016-18), Uncertain Swimmer desarrolla el interés del artista por los modos de representación y los legados de la pintura modernista del siglo XX a través de una exploración visual y social del motivo de la piscina, representando a nadadores y bañistas, a menudo de noche. Lejos de ser un entorno escapista de aspiración y privilegio, Wateridge impregna la piscina de una atmósfera inquietante, creando una sensación acumulativa de desasosiego y hastío entre los presentes, aparentemente inseguros de su mundo.

La publicación traza una marcada evolución en el estilo del artista, desde el realismo de sus primeras pinturas con complejas composiciones de múltiples figuras hasta obras más solitarias, gestuales y expresivas. Su magistral aplicación de la pintura adopta nuevas formas en las bellas, curiosas y a menudo inquietantes pinturas y obras sobre papel que aquí se muestran. El ensayo del historiador del arte y comisario Marco Livingstone analiza el cambio de las pinturas naturalistas de Wateridge a las formas aplanadas y reducidas y a las líneas de las obras de modernismo y abstracción que realiza en la actualidad. Francis Bacon, Edvard Munch y Paul Czanne se encuentran entre las numerosas influencias históricas del arte citadas por Livingstone, que reflexiona sobre la identidad de las personas que aparecen en los retratos de Wateridge y los espacios mercuriales que ocupan, examinando cómo las preocupaciones críticas actuales de Wateridge han pasado de lo autobiográfico a preocupaciones más formales.

En la conversación entre Wateridge y la también pintora Caroline Walker, ambos artistas hablan de sus experiencias coincidentes estudiando pintura en Glasgow, así como de los catorce años que Wateridge estuvo sin pintar hasta 2005. Finalmente regresó a este medio cuando se dio cuenta de que le entusiasmaba más que cualquier otra cosa. Wateridge explica con detalle su fascinante proceso pictórico, en el que organiza rodajes en estudios con actores contratados y utiliza elementos de las fotografías en los cuadros, a menudo a lo largo de varios años. En sus lienzos, raspa la pintura y la vuelve a aplicar, a menudo tomando fotografías de los cuadros en sus distintas fases; luego imprime las fotografías y dibuja sobre ellas para seguir trabajando en lo que hará con los cuadros finales. Para Wateridge, un cuadro funciona cuando deja de fallar, y acepta conclusiones imprevistas.