John F. Kennedy y la política de la fe

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Título original:

John F. Kennedy and the Politics of Faith

Contenido del libro:

En John F. Kennedy y la política de la fe, Patrick Lacroix explora la intersección entre religión y política en la era de la presidencia de Kennedy. Al hacerlo, Lacroix desafía la opinión establecida de que el renacimiento religioso de la posguerra desapareció cuando el presidente Eisenhower dejó el cargo y que las polémicas elecciones de 1960, que llevaron a John F. Kennedy a la Casa Blanca, asestaron un golpe definitivo al prejuicio anticatólico. Mientras que la mayoría de los estudios sobre los orígenes de la derecha cristiana sitúan su aparición en las primeras batallas de las guerras culturales de finales de los sesenta y principios de los setenta, haciéndose eco de la propia afirmación de la derecha cristiana de que los "sesenta seculares" fueron una década de religiosidad menguante en la que los grupos confesionales evitaron en gran medida el compromiso político, Lacroix defiende persuasivamente los años de Kennedy como un momento importante en el arco de la historia religiosa estadounidense. Lacroix analiza las numerosas formas en que el compromiso religioso con la política y los esfuerzos de los políticos por movilizar a los grupos confesionales no se evaporaron a principios de la década de 1960. Más bien, el movimiento por los derechos civiles, las principales sentencias del Tribunal Supremo, los acontecimientos de Roma y el propio enfoque de Kennedy ante las recurrentes controversias religiosas reconfiguraron el panorama de la fe y la política en ese periodo.

Kennedy estuvo a la altura de la promesa que hizo al país en Houston en 1960 con un compromiso genuino con la separación de la Iglesia y el Estado con su postura sobre la ayuda a la educación, su voluntad de dar marcha atrás con los Cuerpos de Paz y la Agencia para el Desarrollo Internacional, y su acercamiento al clero protestante y judío. Los comentarios que ofreció en el Desayuno Nacional de Oración y en innumerables otros escenarios tuvieron el efecto acumulativo de disminuir las antiguas ansiedades sobre el poder católico. A su manera, Kennedy exigió a los protestantes que estuvieran a la altura de su tan cacareado compromiso con la separación Iglesia-Estado. Este principio no podía significar una cosa para los católicos y otra totalmente distinta para otras personas de fe. Los protestantes americanos no podían oponerse sistemáticamente a la financiación pública de escuelas religiosas -porque esas escuelas eran abrumadoramente católicas- mientras defendían los ejercicios religiosos en las escuelas públicas.

Lacroix revela lo cerca que estuvo el país, durante la administración Kennedy, de una solución satisfactoria al reto religioso fundamental de los años de posguerra -la acomodación pública del pluralismo- cuando Kennedy llegó a abrazar a una naciente "izquierda religiosa" que apoyó su proyecto de ley de derechos civiles y el tratado de prohibición de pruebas nucleares.