Inhabitance: Educación religiosa ecológica

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Título original:

Inhabitance: Ecological Religious Education

Contenido del libro:

Como otras criaturas, los seres humanos son habitantes de sus ecosistemas. Pero, ¿son los humanos buenos habitantes? Según Jennifer Ayres, la forma de habitar es obstinadamente esquiva. La labor de comprender, amar y cuidar el mundo de Dios se ve limitada por modelos de alienación, explotación, negligencia sistémica e injusticia.

Ante la evidencia diaria de la muerte y la decadencia ecológicas, Ayres determina que esta importante labor de habitar se ve constantemente amenazada por la desesperación ecológica. La desesperación ecológica se deriva de la alienación del mundo natural, del dolor agudo y generacional resultante de la pérdida de los lugares de origen y, para muchos, de una culpa abrumadora por haber sido cómplices del sufrimiento del planeta. En Inhabitance: Educación Religiosa Ecológica, Ayres propone una solución a esta creciente alienación: el camino del habitar. Al igual que otros animales viven y prosperan dentro de sus ecosistemas, los seres humanos viven en un hábitat creado, sostenido y amado por Dios. Este Dios nos invita continuamente a ser mejores habitantes.

Muchas comunidades religiosas ya cultivan el habitar como forma de vida, una labor que consideran fundamental para sus compromisos teológicos más profundos. Inhabitance examina una serie de prácticas que fomentan un compromiso más intencionado con los lugares concretos en los que viven las personas. La educación religiosa ecológica, demuestra Ayres, nutre una disposición de compromiso amoroso hacia la creación de Dios.

La habitabilidad exige la voluntad de amar a otros seres y la voluntad de afrontar con valentía el sufrimiento humano y ecológico del mundo y estar plenamente presente en ese sufrimiento. Y a medida que los seres humanos viven con más amor, valentía y atención en sus lugares particulares, sus vidas se abren a las fuentes más profundas del bienestar humano, porque cuando el mundo de Dios que nos rodea florece, nosotros también.