Guía histórica y teórica para el estudio de la religión

Título original:

A Historical and Theoretical Guide to Studying Religion

Contenido del libro:

El libro consta de dos partes relacionadas entre sí: la primera histórica y la segunda teórica. La primera parte sitúa los comienzos de los "estudios religiosos", como se denominan cada vez más, a principios del siglo XIX. Sitúa esos comienzos en el contexto cultural más amplio de lo que generalmente se denomina Romanticismo. Se argumenta que la principal relación entre los orígenes de los estudios religiosos y el Romanticismo es que ambos surgen como reacciones a las principales características de la cultura moderna, principalmente el desvío de la atención del pasado hacia el futuro y de la textualidad hacia la racionalidad y la materialidad, incluida la separación de ambas.

La primera mitad, o histórica, del libro se estructura en torno a tres intereses recurrentes y perdurables de los estudiosos de la religión, principalmente de las ciencias sociales o humanas, incluida la historia, que son compartidos durante el periodo y continúan, aunque de forma más compleja y variada, en la actualidad. El primero de estos tres intereses es la importancia del pasado para las personas religiosas y su continua relevancia para su presente y su futuro. Este interés y valoración del pasado y los orígenes se contrapone, directa o implícitamente, a la orientación de la modernidad occidental hacia el futuro y el olvido y la devaluación del pasado. El segundo interés o enfoque se centra en el énfasis que ponen las personas religiosas en lo intangible o espiritual de las vidas humanas y las culturas. Este interés es, directamente o por implicación, una reacción a la importancia que en la modernidad se atribuye a lo tangible y material. El tercer interés de los estudiosos por las culturas de las sociedades religiosas es la adecuación y coherencia de las cosmovisiones que proporcionan, que contrastan con la falta en la cultura moderna de cosmovisiones que tengan un grado comparable de coherencia y adecuación. Estos tres intereses se tratan incluyendo para cada uno de ellos breves esbozos de la obra de cinco estudiosos ordenados cronológicamente.

La conclusión que se extrae de estas encuestas a quince estudiosos de principios del siglo XIX y principios del XX, la mayoría de los cuales trabajaban en el campo de las ciencias sociales o humanas, es que compartían un interés por las necesidades, los potenciales y el bienestar humanos y un reconocimiento de que, de diversas maneras y en distintos grados, la cultura moderna es cuestionable debido a su incapacidad para proporcionar lo que puede considerarse un aspecto activo de las culturas constituidas religiosamente, en particular las de los pueblos no afectados por las principales características de la modernidad occidental. La conclusión a la que se llega es que la religión ha proporcionado y sigue proporcionando a muchos beneficios que de otro modo la modernidad no puede proporcionar y que si la religión ya no puede desempeñar este papel, hay que encontrar o se encontrará otra cosa que cubra la necesidad o proporcione los beneficios que la religión proporcionó en su día.

La segunda parte o teórica del libro aborda cuestiones y problemas que aparecen en y para el estudio de la religión. Una de ellas es la cuestión de qué debe incluirse para que una persona o un pueblo sea identificado como religioso. Se argumenta que una respuesta adecuada a esta pregunta es una comprensión más compleja y dinámica de la religión de lo que suele ser el caso, que las definiciones de religión tienden a ser demasiado simples y estáticas. Se argumenta que hay tres aspectos o componentes necesarios y suficientes para ser religioso. Otra cuestión que se aborda en esta segunda parte es por qué la religión se caracteriza tan a menudo por marcadas diferencias, tensiones e incluso conflictos dentro de una misma religión, entre distintas religiones y entre grupos o personas religiosas y no religiosas. Otra cuestión tratada en esta parte se refiere a las diferencias que surgen entre estudiar religión siendo religioso y estudiar religión siendo no religioso.

Las dos partes del libro se mantienen unidas por la atención recurrente que se presta a la última de estas cuestiones, es decir, la diferencia entre estudiar la religión siendo religioso y estudiar la religión de forma no religiosa o secular. Se argumenta que este problema, las relaciones entre el estudio religioso y no religioso de la religión, ha preocupado al campo desde sus comienzos. El desarrollo de este campo, tal y como se presenta en la primera parte del libro, fue llevado a cabo en gran medida por estudiosos que, incluso sin ser ellos mismos religiosos, consideraban que la religión había tenido relaciones beneficiosas con el bienestar humano. Pero a mediados del siglo XX, se hizo evidente que la religión como parte de la vida y la cultura humanas en Occidente necesitaba un apoyo religioso más directo, y las facultades de estudios religiosos de la enseñanza superior fueron formadas o ampliadas por estudiosos que tenían, por razones dadas, bases más explícitamente religiosas para sus estudios de la religión. Esta diferencia dentro del campo entre el estudio religioso y el secular de la religión amenaza la coherencia del campo; uno de los propósitos generales del libro es identificar cómo y por qué un mayor acercamiento entre ambas partes es a la vez muy necesario y, si nos guiamos por el libro, abordable.