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Ghostbread, de Sonja Livingston, es un libro de memorias que recoge la difícil infancia de la autora, criada en la pobreza, a través de una serie de capítulos breves y vívidos. El libro presenta una mezcla de emoción cruda y aguda perspicacia, que permite a los lectores experimentar las complejidades de su vida y la búsqueda de cariño en medio de las dificultades. La narración resuena entre quienes están familiarizados con luchas similares, suscitando debates sobre la pobreza y la resiliencia.
Ventajas:El libro se caracteriza por una prosa de gran belleza, profundidad emocional y temas cercanos. Los lectores apreciaron el perspicaz desarrollo de los personajes, el atractivo estilo de escritura, similar al de un diario, y la habilidad de la autora para equilibrar la tragedia con la celebración. A muchos les pareció una lectura esclarecedora e importante, sobre todo para educadores y personas que trabajan con niños.
Desventajas:Algunos lectores percibieron la escritura como entrecortada o carente de profundidad debido a su brevedad estructurada. Unos pocos observaron contradicciones en la narración y consideraron que ciertos momentos carecían de un análisis o reflexión exhaustivos. Otros describieron el formato como similar a ejercicios de escritura libre, lo que podría restar comprensión a los personajes.
(basado en 48 opiniones de lectores)
"Cuando tomas sopa todas las noches, los pensamientos sobre el pan te ayudan a salir adelante". Ghostbread hace realidad para nosotros los cambios de hogar y el hambre interminable que conforman la vida de una niña que crece en la pobreza durante la década de 1970.
Sonja Livingston, una de los siete hijos de una madre soltera, creció en zonas del oeste de Nueva York que permanecen relativamente ocultas al resto de Estados Unidos. De un antiguo pueblo agrícola a una reserva india, pasando por un barrio urbano sin salida, Livingston y sus hermanos siguen a su madre inconformista de una casa destartalada a otra en la búsqueda perpetua de algo mejor.
Por el camino, la joven Sonja observa las duras realidades con las que se topa su familia, así como pequeños momentos de belleza trascendente que, de algún modo, les hacen seguir adelante. Mientras lucha por dar sentido a su mundo, Livingston percibe las tensiones y pautas que mantienen a los niños -en particular a las niñas- atrapados en el ciclo de la pobreza.
Experiencias culturales más amplias, como su amor por Wonder Woman y Nancy Drew y sus experiencias con las Girl Scouts y el catolicismo romano, dan forma a estas líricas memorias. Livingston evita con firmeza el sentimentalismo, ofreciendo en su lugar una meditación sobre lo que significa pasar hambre y mostrando que la pobreza puede fortalecer el espíritu con la misma seguridad con que puede triturarlo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)