Georgiana es una niña. El impresor que la imprimió pensó que era toda una chica, y nosotros estamos de acuerdo.
Una chica con tanta inteligencia y talento como Georgiana no tiene por qué ser mala para resultar atractiva. Lees unas cuantas páginas de Georgiana al azar -su infancia o sus días en la escuela o sus primeros amores- y te das cuenta enseguida de que es una persona real. Tan real que rompe todos los esquemas de la novela.
De hecho, se sale de la contraportada. Nadie la va a terminar.
Quizá a los buenos escultores no se les puede confiar una máquina de escribir. Ven demasiado y sienten demasiado.
Tú también lo harás.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)