Fenicia

Título original:

Phoenicia

Contenido del libro:

Fenicia es conocida desde hace mucho tiempo como la patria de los marinos mediterráneos que dieron a los griegos su alfabeto. Pero junto a esta realidad bastante conocida, subsisten muchos misterios, en parte porque el registro de las ciudades y regiones costeras que habitaron los fenicios es fragmentario y episódico.

En esta obra magna, el difunto Brian Peckham examina todas las pruebas disponibles en la actualidad para trazar un retrato lo más completo posible de la tierra, su historia, sus gentes y su cultura. De hecho, no fueron los fenicios sino los cananeos quienes inventaron el alfabeto; lo que distinguió a los fenicios a su vez fue la transmisión del alfabeto, que era un invento revolucionario, a todos los que conocían. Los fenicios eran comerciantes y mercaderes, sobre todo los tirios, que prosperaban en el intercambio de cobre por productos levantinos. Eran artistas, sobre todo los sidonios, conocidos por sus obras maestras de oro y plata grabadas con escenas de las historias que contaban y que cambiaban por hierro y, finalmente, acero; y eran constructores, como los biblios, que enseñaban el alfabeto y los números como elementos de su oficio.

Cuando los griegos se dirigieron hacia Occidente, los fenicios lo hicieron con ellos. Italia fue el primer destino; con el tiempo siguieron los asentamientos en España; pero Cartago, en el norte de África, fue una fundación exclusivamente fenicia. Los asentamientos atlánticos españoles conservaron su carácter fenicio, pero los asentamientos mediterráneos en España, Sicilia, Cerdeña y Malta se convirtieron rápidamente en centros de recursos para la colonia norteafricana de Cartago, una colonia que llegó a eclipsar la influencia de las ciudades-estado costeras levantinas. El surgimiento de una Fenicia occidental independiente dejó a Tiro vía libre para consolidar su hegemonía en Oriente. Se convirtió en el único agente del Imperio asirio en Asia occidental. Pero entonces los babilonios lo dejaron escapar; y los persas, empeñados en la guerra y la dominación mundial, perdieron su propio tiempo y el de todos intentando dominar a los irascibles e indomables griegos. El Occidente púnico (Cartago) cometió el mismo error hasta que pasó a manos de los romanos. Pero Fenicia había nacido en una matriz griega y, con el tiempo, tuvo la sensatez y el buen tino de deslizarse tranquilamente en la cultura occidental dominante y sustentadora.

Esta complicada historia se muestra en episodios y anécdotas a lo largo de una línea temporal frangible y fracturada. Hombres y mujeres individuales aparecen en sus artefactos, amuletos o sellos. Hay listas de reyes y alianzas, compañías y asambleas de ciudades. Años o siglos se saltan en un abrir y cerrar de ojos y sólo se recuperan ocasionalmente. Fenicia, como toda la historia, es una construcción, un producto de la historiografía, una respuesta a preguntas. La historia de Fenicia es la historia de sus ciudades en relación entre sí y con los pueblos, ciudades y reinos que alimentaron su curiosidad y su ambición. Se escribe por deducción y extrapolación, transformando datos duros en pruebas maleables, trabajando desde las periferias de sus mundos hasta los centros donde vivían, intentando descubrir sus mentalidades, planes, creencias, suposiciones y sueños en el residuo de sus productos y logros. Por esta razón, el subtítulo, Episodios y anécdotas del Mediterráneo antiguo, es una descripción particularmente apropiada del magistral volumen (póstumo) de Peckham, fruto de toda una vida de investigación sobre la historia y la cultura de los fenicios.