Structure
Desde 1839, año en que se inventó, la fotografía ha servido para crear retratos de individuos, y poco después retratos de familias, colocados más tarde en álbumes fotográficos. La fotografía, coleccionada y archivada, entró en la esfera íntima, permitiendo a las personas ordenar a su antojo las imágenes fragmentadas de su vida. Siguiendo a sus precursores (retratos en miniatura, siluetas, fisionotrajes), el retrato fotográfico sirvió también a las nuevas expectativas de la emergente burguesía urbana y a su necesidad de representación social. En todas las ciudades se abrieron estudios para satisfacer la creciente demanda. Además, el nuevo medio se distinguía por su superioridad estética.
"Ya en el momento de su aparición, aunque la técnica era aún muy primitiva, la fotografía gozaba de una excepcional calidad de acabado artístico" (Gis le Freund). ¿Qué puede mostrarnos hoy la fotografía de los aspectos visibles e invisibles de la sociología familiar? "¿En qué medida los papeles que esperamos que desempeñen traicionan las realidades emocionales y las complejidades de la vida vivida? ", se pregunta Daniel Mendelsohn, en su introducción titulada "Caras desconocidas/estructuras resurgentes".
.
Al crear este corpus de imágenes fijas en blanco y negro, cada una compuesta en un gran marco de 5' x 7', el fotógrafo ha producido una obra de alcance antropológico, que va más allá de la representación al situar al sujeto a una distancia palpable, objetivándolo así. ¿Qué pensar de estos rostros aparentemente impasibles y de sus miradas hipnóticas, qué pensar de estas posturas, sentados o de pie? ¿Qué ocurre dentro de estas familias y fuera del encuadre? El uso de un protocolo rígido similar en todas las sesiones hace que cada retrato de familia resulte intrigante, e incita a nuestra reflexión.
Inspirándose en la obra de Bernd e Hilla Becher, cuya estética de la objetividad tendía al minimalismo, Isabelle Boccon-Gibod, artista hecha a sí misma, interesada por la técnica, ha jugado con una frontalidad bastante parecida a la de los Becher, apoyándose en la idea de que nuestros cuerpos, al unirse, forman una especie de arquitectura. La idea, también, de que un rostro, desprovisto de su sonrisa, ofrece una neutralidad de expresión digna de consideración: las máscaras caen y revelan una desnudez (¿una verdad desnuda? ) que hay que admirar y descifrar más allá de las apariencias de los juegos sociales. Ella se guió, aunque no se limitó, por este principio: la imagen de una familia vista como una estructura fa ade, en la que los rostros son las ventanas.
© Book1 Group - todos los derechos reservados.
El contenido de este sitio no se puede copiar o usar, ni en parte ni en su totalidad, sin el permiso escrito del propietario.
Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)