Hasta nuestros días, a lo largo de la crisis del individualismo que, desde el siglo pasado, ha hecho estragos en todas partes, tanto en la política y la economía política como en la moral y el derecho, e incluso en la religión, el delito se consideraba como la cosa más esencialmente individual del mundo; y, entre los penalistas, se había perdido la noción del delito indiviso, por así decirlo, al igual que, entre los propios teólogos, la idea del pecado colectivo, si no del todo la del pecado hereditario.
Cuando los ataques de los conspiradores, cuando las hazañas de una banda de bandoleros nos obligaron a reconocer la existencia de crímenes cometidos colectivamente, nos apresuramos a resolver esta nebulosa criminal en distintos delitos individuales de los que no se consideraba más que la suma.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)