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Escape from Southern Rhodesia before Zimbabwe: A Londoner in 1950s South Africa
Una plaza de estudiante en la Universidad de Ciudad del Cabo fue una oportunidad para escapar de mi solitario puesto de técnico de laboratorio y del servicio militar en Rodesia del Sur.
Una ruta de tres mil kilómetros en autostop por Sudáfrica, que incluía una caravana de veterinarios por Bechuanalandia, la actual Botsuana, me llevó a Ciudad del Cabo.
Me alojé en un atractivo hotel eduardiano entre huéspedes en su mayoría no universitarios. El camino a las clases de Geografía, Geología y Botánica implicaba una subida empinada. Se subía por la ladera inferior de Devils Peak, una montaña de tres mil metros.
Además del trabajo académico, me uní al club universitario de montañismo. Las excursiones las compartía con las señoras del hotel y de la universidad. Mientras trabajaba de camarero, donde el océano Índico se encontraba con el Atlántico Sur, conocí a un policía rodesiano de vacaciones. Me habló de las fechorías de mi jefe americano, que abandonó repentinamente la dirección de la estación de investigación agrícola de Rodesia. Le serví brandy al detective y le conté toda la historia.
Cuando se me acabaron los ahorros, conseguí un puesto de técnico de laboratorio en la Anglo-American Corporation de Johannesburgo. El trabajo consistía en el análisis químico y físico de los componentes de los explosivos. La dinamita se utilizaba para volar rocas en las minas de oro. Los fines de semana exploraba Joburg y sus alrededores con un colega ingeniero. Formábamos un cuarteto con dos jovencitas y disfrutábamos de paseos en barca y barbacoas en los gloriosos parques de la ciudad. Además, me movía entre dos novias, hijas de colegas veteranos de mi lugar de trabajo. A mi trabajo llegaba una simple Jane que utilizaba insinuaciones sexuales para ganarse mi atención. "Jane" me distrajo y cometí un error de cálculo que me llevó a ser interrogado por el químico jefe.
Después de varios meses en la fábrica de dinamita me concedieron tres semanas de vacaciones. Hice autostop solo hasta Nyasaland, ahora Malawi. Llegué en plena revolución y me persiguió la policía por estar fuera durante un toque de queda. Estaba en una cita con dos chicas y el conductor de mi autocar.
En Rodesia del Norte, ahora Zambia, otro ascensor me llevó a un safari en la Reserva de Caza de Luangwa. Allí paseamos entre animales salvajes protegidos por dos guardabosques negros con potentes rifles. Siguió una visita a las cataratas Victoria, envueltas en arco iris.
Al cabo de un año decidí volver a Gran Bretaña. Me propuse obtener un título en la Universidad de Londres mientras trabajaba. Conocí a un sastre judío de Londres en un club de acogida juvenil de Joburg. Decidimos hacer autostop hasta Londres atravesando África y Europa.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)